Vencer o convencer

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El asunto del Rastro sigue coleando. Desde que comenzó, en los años ochenta, siempre ha estado ubicado en Papalaguinda. Claro que porque ese paseo nunca ha sido remodelado, a pesar de que por aquel entonces (ver hemerotecas del primer semestre de 1986) ya se hablaba de acondicionar todo el entorno, especialmente la parte forestal que le separa del paseo de la Facultad de Veterinaria. Ahora con la excusa de la remodelación se saca de allí el Rastro y, lo que no debía ser sino un cambio de emplazamiento se ha convertido en una guerra, o mejor dicho en un pulso entre la Asociación de Vendedores y la Alcaldía.

Como Poridad ya tiene bastantes problemas para crearse más no se entiende que no esté dispuesta a llegar a un acuerdo con los vendedores (afectados a secas somos todos). Porque no ceder un ápice en su postura es una clara muestra de no querer llegar a un acuerdo. Sabe que es la parte más fuerte y quiere imponerse. Por la fuerza, que no por la razón. Y eso la gente sencilla, usuaria del Rastro o simplemente que por allí pasea, no lo entiende. Y no lo entiende porque supone que según la ideología del partido un ayuntamiento gobernado por el PSOE debe estar cerca de los ciudadanos, a su lado, no enfrente. No se trata de presumir de diálogo y de talante, sino de utilizarlo y ahora el alcalde tiene una gran oportunidad, antes de que el asunto se encone más. Es la autoridad, de él debe partir el ofrecimiento de diálogo, pero de verdad, sin pretender que se humillen por habérsele opuesto. Si no el tema puede pasarle factura en el futuro, porque en el presente habrá demostrado que puede hacer callar a quienes no están de acuerdo, pero no es capaz de convencerlos.