Clint Eastwood

El baile del ahorcado cristina fanjul

Clint Eastwood ha sido investido Doctor Honoris Causa en Bellas Artes por el American Film Institute. El sargento de hierro está a punto de cumplir ochenta años y la comunidad académica le reconoce su contribución a la creación artística. Nunca es tarde pero este reconocimiento llega casi cuando el libro está a punto de cerrarse. No soy de las que piensan que Bird es el inicio de su segunda vida cinematográfica y que El jinete pálido o Escalofrío en la noche son sólo entretenimientos comerciales. En todas sus películas está presente el factor humano que desembocó en Mistic River o Million Dollar Baby . La genialidad de Clint Eastwood está en su capacidad para despreciar lo políticamente correcto, ignorar el miedo e inmiscuirse sin prejuicios en la oscuridad, desmitificando instituciones, hábitos y creencias. Sus películas son obras maestras porque recogen lo mejor de la tradición literaria norteamericana y dejan sin refugio al espectador. Creemos poder olvidar la degeneración de los Compson o la cobardía e ignorancia de los Ewell, pero recordamos sin paliativos la escena de depravación moral que el director dibuja junto a la cama de una moribunda. Tal vez seamos capaces de olvidar que la vida es el recuerdo de la pérdida, que la de Daisy no podría entenderse sin la muerte de Jay Gatsby, pero Eastwood convirtió unos puentes en la metáfora de que el amor eterno siempre encuentra el modo de pasar. Y el terror gótico en que Poe sumerge a sus personajes se encuentra en el abismo de miedo y vergüenza de la doble víctima de Mistic River , y el universo suspendido en el tiempo de Truman Capote en Medianoche en el Jardín del Bien y del Mal ... Clint Eastwood ha creado un mundo en el que se diluyen las fronteras, un lugar «lleno de ruido y de furia que nada significa». A veces, como en la última, un desahuciado se inmola y pone orden en el caos. Pero Gran Torino es una excepción, como la vida.