Risas de mono

Al trasluz | eduardo aguirre

Los monos se ríen cuando les haces cosquillas. Es un descubrimiento científico, lo acaban de publicar en Current Biology. No es por chafarles el posible Nobel, pero eso lo sabemos desde chavales quienes crecimos viendo las películas de Tarzan, donde Chita no sólo se desternillaba, sino que hacía recados. Se me dirá que la suya no era risa auténtica sino técnica del Actor Studio, pero ¿acaso le resta méritos? Los monos también ríen, hermoso título para un culebrón. Toma, y los cocodrilos. Y las marsopas. Y hasta los saltamontes. El mundo animal es pura juerga, salvo nosotros, los racionales, que cada vez reímos menos, todo lo más esbozamos una malévola sonrisa cuando el prójimo resbala en la calle o en la vida. Pues sí, los monos reaccionan como nosotros a las cosquillas: riéndose; Chita, a la vez, daba volteretas. Bergson, en su famoso ensayo sobre la risa, afirma: «Si nos reímos al contemplar un animal es porque hemos advertido en éste una actitud o comportamiento humano». Cierto, es ver un pulpo y acordarnos de la Operación Malaya. Del mismo modo, cuando un animal nos mira y se carcajea es porque ha percibido en nosotros un comportamiento que le recuerda a un pariente selvático; quizá, por ello, los leones del Congreso tienen esa expresión de guasa. En la noticia, observo en una fotografía a un simio descacharrándose y me pregunto, con sana envidia, si los humanos no habremos perdido algo durante nuestra evolución. Y todavía aquel rey mono le cantaba a Mowgli en El libro de la Selva : «Como tú, yo quiero ser como tú». Otro trabajo científico, en Sciencie, afirma que «la guerra y la masificación hicieron al hombre tal como es». También eso lo sabíamos por las pelis de Tarzán, incluso por las de Los Picapiedra. No obstante, gracias por recordárnoslo.