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León

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El aullido | luis artigue

E s humano e instintivo. Me refiero a que, tras una pérdida, el impulso de agarrarse aún más a lo que nos queda se me antoja ahora tan estúpido como necesario; algo así como que las cosas tengan que ser redondas para rodar-¦ Quiero decir que sé que suena raro pero si la muerte de Victoriano Crémer me ha enseñado algo, eso es Eduardo Aguirre.

Acabo de leer el libro Columna sin pedestal 1985-2008 , recopilación antológica de artículos que, desde hace más de veinticinco años, viene publicando en Diario de León este caballero honorable con modales del siglo XIX, pelo abundante de estrella de rock, gafas a lo Elvis Costelo y unos principios que, imbricados en su rareza personal, hacen de él un personaje entregado, entrañable e incorruptible.

Este libro es una muestra representativa de la obra periodística del autor, y en él, me consta que seleccionadas por Marta Roa, se incluyen algunas de sus mejores columnas. Pero quiero resaltar que se encuentran inteligentemente agrupadas en varios bloques temáticos: columnas de humor -”en las que este periodista derrocha ingenio para crear gags pero nunca ridiculiza, rebaja o se ríe de nadie sino que constantemente se ríe con todos nosotros-”; columnas de actualidad -”así nos enseña que un artículo periodístico es algo a medio camino entre la reflexión, la narración, el poema en prosa y la anécdota emocional-”; columnas narrativas -”en las que, con afán de entretener, el autor cuenta pequeñas historias siempre impregnadas de un transfondo moral que le caracteriza y nos humaniza-” y columnas estrictamente morales -”en las que el autor, a partir también de la actualidad, habla de política, de arte o de cuestiones sociales siempre amparándose en su exquisita escala de valores de cristiano heterodoxo que cree en la misión personal y en la ejemplaridad-”.

Les recomiendo este libro no sólo porque es el testimonio de un periodista hijo de escritor que respeta y ama el oficio que ha elegido, sino además porque, ahora que el periodismo cada es más presente, aquí y ahora, encontramos algo en estas páginas que tiene que ver con el espíritu humano en todo lugar y en todo tiempo.

Victoriano Crémer, con quien tanto queríamos, se nos acaba de morir en nuestro pueblo y el suyo, pero quedan en Diario de León excelentes columnistas que, sin ampararse en el anonimato de los confidenciales sino comprometiendo su firma, su rigor y su honor, nos dan cada día formación, información y estímulo intelectual.

Nunca he sido de los que esconden sus influencias sino de los que se enorgullecen de ellas porque, en mi opinión, las influencias literarias hay que merecerlas. Por eso como alumno agradecido que aún soy, que seré siempre, valga esto que ahora escribo sobre Eduardo Aguirre como resumen y elogio de todos ellos; todos los que escriben en este periódico sintiéndose ahora un poco más huérfanos...

Y que siga girando la rueda.

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