EN EL FILO | JOSÉ CAVERO
Trajes y anchoas
Los casos Camps y Bárcenas ya se llevan con dificultad tanto entre los propios del PP como entre los adversarios políticos. A nadie resulta indiferente que dos altos cargos sigan ejerciéndolos con las imputaciones que pesan sobre ellos. De ahí que ya se hayan producido choques en la calle por causa de los trajes de Camps, mientras éste proclama que ya sólo «que dan uno o dos escaloncitos para que acabe esta cuestión estrafalaria», y mientras en la dirección del PP no se quiere contemplar la hipótesis de que se llegará a sentar en el banquillo de los acusados dentro de unos pocos días.
El PP ha pedido a todos sus dirigentes que adopten la actitud que el propio Rajoy viene manteniendo sobre el asunto: estricto silencio. Y luego, las declaraciones sobre tan penoso asunto, de las que pocos escapan. Las más estruendosas han sido las de la alcaldesa valenciana, Rita Barberá, quien aseguraba sobre la posible dimisión de Francisco Camps que es «un tema que ni se comenta en privado» y que el presidente está «seguro». Barberá hizo un paralelismo con el caso de los trajes del presidente valenciano con las anchoas que el jefe del Ejecutivo cántabro, Miguel Angel Revilla, regala a Rodríguez Zapatero. A Revilla le han faltado unos minutos para manifestar su enfado, para señalar lo absurdo de la comparación, y para recordar que también envía anchoas a Rajoy y al mismísimo Camps...
Así «hasta que no dimita Zapatero por las anchoas no habrá dimisiones» en su partido. Y a preguntas de si se ve como una posible sucesora a la presidencia de la Generalitat, en el caso de que finalmente Camps abandone el cargo, insistió en que de «ese tema ni se habla. Hasta que no dimita Zapatero no hay dimisiones en mi partido», sentenció. La alcaldesa recordó seguidamente que en el PSOE ya se han producido dos dimisiones que, a su juicio, «se merecían», como la del ex director del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) Alberto Saiz, y la del ex ministro de Justicia, Mariano Fernández Bermejo. La alcaldesa vaticinó que la «siguiente» renuncia será la del vicepresidente tercero del Gobierno y ministro de Política Territorial, Manuel Chaves, «porque no es lo mismo no probar que dicen que te han regalado tres trajes, que darle 10 millones a la empresa de la que tu hija es apoderada, siendo presidente de Andalucía».
Es otra forma de «echar balones fuera», aunque en sus declaraciones Rita Barberá viene a confirmar dos cosas: primera, lo difícil que está resultando aceptar esta situación. Y en segundo lugar, lo que casi todos en el PP ya admiten: que, en efecto, hay un regalo de trajes de la trama de Correa y El Bigotes a los que Camps y otros colaboradores no hicieron ascos, sin advertir que eso pudiera llegar a ser considerado lo que era: un simple y puro cohecho, castigado por la ley. Pero, en efecto, se supone que estamos en los últimos días de este vodevil de los trajes del sastre José Tomás, «un sastre falsario», según las versiones hostiles y descalificadoras de los hechos. Como lo fue Garzón cuando empezó a tramitar este vidrioso asunto que hoy se reparten tres jueces distintos, en Madrid, Valencia y el Supremo.