La gran liquidación

En ningún momento de la fenomenal dramática tragedia de la desaceleración o crisis sospechamos que pudiera tratarse de un ensayo para conocer hasta qué punto los españoles estamos en situación psicológica como para resistir lo que nos deben, pero nunca, jamás, repetimos, pensamos que entre las medidas dispuestas para su ejecución inmediata pudiera llegarse a decretar la eliminación radical de la publicidad a través de la Televisión. no ya por lo de que esta medida, a la cual al parecer se dispone el Gobierno que extrañamente nos representa ante el Mercado Chino y europeo; pueda influir en la inalterable crisis que nos abruma, sino porque la Televisión, tal y como nos la están dejando los unos y los otros, ha quedado sumida en tal desbarajuste y conflictos ambiciosos, que está quedando en una cierta forma de escaparate de señoras estupendas, de bailantes esquizofrénicos y en escenario de majaderías.

Y, como capítulo reivindicativo al que debamos atender, porque la amenaza de retirar de la circulación televisiva la publicidad, sugiere la posibilidad de que esta medida que no se sabe exactamente a lo que conduce, borre del panorama del ocio nacional y de la estética permisiva, la figura de las chicas en carne viva, que era, en puridad, el objetivo más influyente del aparato. al vez como un instrumento para achicar los efectos de la crisis, los altos responsables de la ética y de la estética nacional han decidido suprimir de la programación las series culturales como pudieran ser las sesiones de Teatro, los recitales serios de los artistas más reales y las historias verdaderamente didácticas, mediante las cuales el aplanado españolito dejado de la mano de los demás hombres cubrieran sus carencias de verdadero ejercicio de formación ciudadana. l menos, antes oséase así que se confirmó que de la pantalla desaparecían las demandas económicas de la publicidad, el veterano vidente de las funciones para el divertimento nacional, podían solazarse con la contemplación de la que siempre fue motivo de sugestión hispánica: La chica buena, o sea la que diestramente juega con sus encantos para mantener al espectador pegado a la pantalla, no porque el automóvil le sugiera acciones culturales, o porque el champú para el cutis de las bonitas del barrio le convenciera de sus benéficos efectos, sino porque el veterano vidente de la antigua farsa televisiva le ofrece espectáculo con chica buena. Y a mí me da pena y me causa un cabreo imponente comprobando que poco a poco nos vamos quedando sin dinero, sin trabajo, sin gobernantes para componer relevos gubernamentales, para intentar regular nuestros ocios mediante el descanso en forma de sueño...

A este paso o ritmo o decreto llegaremos a construir un sistema mágico en el cual no se produzcan libros por ejemplo, ni olmos para que nos proporcionen peras. A este paso, España será un mustio colado, pero eso sí, con chicas bailonas, y con juegos de muchachas sin tela que ponerse encima. Y la publicidad se hará mediante megáfonos de oficio....

Nota: Fallecido el pasado día 27 de junio a los 102 años de edad, Victoriano Crémer había adelantado, según su costumbre, una serie de artículos que el Diario de León, interpretando que cumple la voluntad del autor, publica bajo el epígrafe El legado y la referencia numérica de cada uno de ellos.