Diario de León
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Mar de fondo | CARMEN TAPIA

Hay colectivos, de mujeres y de hombres, que trabajan cada día para romper los estereotipos impuestos al sexo masculino y proponen nuevos roles en otras formas de entender la seguridad, la justicia, la ternura, el cariño. Las relaciones, en definitiva. Es el caso de los hombres por la igualdad. En León, el ejemplo más visible es el grupo Prometeo, personas que no están a gusto con el traje de hombría impuesto desde el nacimiento y luchan por cambiar la perspectiva ciudadana sobre los géneros. Las asociaciones de mujeres llevan doscientos años peleando por la igualdad de oportunidades e intentando cambiar la mentalidad sobre el papel femenino en la sociedad. Son combativas, beligerantes para que el péndulo, por fin, se coloque, inamovible, en el centro. No hay que bajar la guardia. Vigilan los mensajes que los medios de comunicación lanzan a la sociedad y la utilización del lenguaje para definir la realidad y, si es necesario, elevan las protestas para exigir que se retiren los anuncios que perpetúan una visión sesgada del sexo femenino. En estos días pienso mucho en lo que sentirán los hombres, retratados en un anuncio de telefonía móvil. El mensaje de la campaña publicitaria está centrada en un modelo de hombre holgazán, descuidado, sucio, desordenado y mentiroso que aconseja a su mujer que retrase el regreso de sus vacaciones. Siento rechazo por el personaje que dibujan en esa campaña publicitaria. No veo reflejada ahí la imagen que tengo de la mayoría de los hombres que conozco. Ellos tampoco. El anuncio perpetúa varios roles que, en mi opinión, deberían desaparecer. Primero, la mujer con los niños de vacaciones mientras el hombre se queda trabajando. Segundo, el de un hombre aparentemente liberado por la ausencia de su familia, que aprovecha para beber, comer y ver la televisión. El refrán que justificaba el adanísmo masculino ya no tiene cabida en la sociedad actual: «El hombre y el oso...».

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