Menos nueces que ruido

Aquí te espero CAMiNO Gallego

El ruido es un problema cada día mayor en nuestra capital. Con mapa o sin él, sabido es que en León los decibelios campan a sus anchas por la ciudad, sin distinción de barrios o zonas. Todas están acústicamente por encima de lo permitido o de lo buenamente soportable. Quienes están obligados a dormir a deshora saben bien de lo que hablo, pero también lo saben los que se acuestan temprano. Y no digamos nada de los sufridores del Húmedo o las zonas próximas a lugares habituales de botellón. Y en último término de quienes duermen con la ventana abierta, que no sólo escuchan las verbenas de cada localidad, hasta las tantas casi todos los días del verano, sino que también soportan el fragor que monta el camión de la basura, luego el de los residuos a reciclar, la máquina que limpia las aceras, el camión que riega las calles, una tapa metálica como la del párking de Ordoño en el cruce con Alcázar de Toledo-¦ y nada digamos si suena una sirena de ambulancia a las tres de la madrugada, como ocurrió la semana pasada.

Porque sucede que en nuestra capital se da una curiosa circunstancia y es que los conductores de ambulancias no deben querer sufrir percances y ponen las señales acústicas siempre que circulan. Y así sucede que en una mañana, si se sientan en cualquier plaza, pueden escuchar no menos de ocho o diez sirenas de ambulancia. Podrán creer que es una exageración, pero les invito a que estén atentos y vayan contando cada vez que escuchen una. Se asombrarán del número al que han llegado por la noche. Y pensarán que ha habido algún accidente grave o alguna causa justificada y cuando al día siguiente no encuentren ninguna podrán explicarse un poco por qué León es una ciudad ruidosa. Digo yo que se podrá hacer algo al respecto. Por ejemplo una normativa ciudadana que sí se aplique. De nada.