Diario de León
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El rincón | manuel alcántara

E l legendario Myke Tayson se dispone a volver al ring, ese patíbulo cuadrado, para acabar de cargarse su leyenda. Fue en sus tiempos el mejor «puncheur» en corto de la historia del boxeo. Tenía un muelle en cada antebrazo y había heredado por partida doble la derecha de Joe Louis, «El Bombardero de Detroit». Ahora necesita dinero, como todos los que se hicieron multimillonarios bruscamente sin saber que el dinero es un nómada y quiere volver, a sus 40 vapuleados años. Una edad poco propicia.

Cuando lo conoció Cus Dámato era un chaval y estaba amarrado con cadenas en el radiador del despacho del director de un correccional. Observó su estructura física. Era como un mono afeitado y pensó que a aquel chico díscolo sólo había que enseñarle a boxear y que lo demás corría por su cuenta. Una cuenta de diez.

Desde sus primeros combates empezaron a llamarle «El Rey del K.O.» Fue campeón del mundo hasta que, como todos los campeones, dejó de serlo. El boxeo, diría años antes el gran Cassius Clay, posteriormente llamado Mohamed Alí, es un deporte muy peligroso si no se es inteligente. Por algo a todos los demás se juega. (Al fútbol, al golf, al tenis se juega, pero nadie dice que al boxeo se juega). En cualquiera de las cuatro esquinas puede estar agazapada la muere. Incluso la muerte aplazada del «sonado». Un Alzheimer construido crochet a crochet.

Al chico malo le tendieron muchas trampas. Cuando le acusaron de violar a una miss, que subió a su habitación a las cuatro de la mañana, el abogado defensor no pudo convencer al jurado de que el propósito de Mike era discutir la influencia de en la novelística europea. Su regreso puede ser un drama. Después de repasar sus vídeos de hace veinte años escribo este réquiem por un peso pesado.

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