Diario de León

el legado (12) | victoriano crémer

Los preferidos

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VICTORIANO CRÉMER
León

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A mí me parece que las sociedades, más que con el material que la política ofrece, se componen de preferidos, hombre o mujeres. Y por preferido debemos tener en cuenta que nos referimos al compañero y aún al vecino que por su comportamiento solidario y benéfico, aparte sus méritos naturales ha dado siempre motivos para la admiración y la amistad. Los amigos no se encuentran por la calle, ni se ofrecen casualmente en un encuentro más o menos social. La amistad es una virtud que se otorga a quien hace méritos para obtenerla.

Y la actualidad, el momento en el cual vivimos, hemos de confesarlo, lo que se concede, lo que se consigue, si de verdad la perseguimos con ambición, es una relación, más o menos interesada. En el contexto de un diálogo, se desprende inevitablemente lealtad, afecto y entrega. O contrariamente, conocimiento físico y anotación memorística, pero rara vez verdadera amistad. De esta complejidad de sentimiento surge la indiferencia social de la cual cínicamente se suele alardear. Nos conocemos sí, pero nos es absolutamente indiferente y no diéramos por obtener su amistad ni un solo paso en esa dirección.

Conocí en mi ya prolongada biografía quizá millares -¿por qué no millones?- de seres humanos, de compañeros de trabajo, de milicia, de escolaridad, incluso de cierta clase de sentimientos, pero solamente unos pocos inmediatos, afines, de los cuales no sabemos prescindir. En aquellos tiempos de contactos fáciles porque el poblado era pequeño y muy familiar, se producían contactos que acababan derivando hacia rivalidad extrema. Por ejemplo, de un alcalde de León se contaba que al serle preguntado por la causa de una cojera acusada, si era resultado de un mal paso casual y desafortunado, respondía con acento reconcentrado: «Nada de casualidades. Es la consecuencia de la coz de un mulo»... Y por tal tenía al autor del estropicio. Y había que anotar la relación íntima que había unido a los dos.

Decían los psicólogos que estas relaciones no tienen nada que ver con las preferencias a las cuales nos acojemos en última instancia, y que al final de la vida, por muy larga y henchida que fuera, solamente nos quedan, enteros y verdaderos, dos o tres, aparte claro es, los familiares, por cierto ni siempre fieles ni sensibles, ni amigos. Y estas reflexiones nos turbaban el ánimo, al recibir la cita para acudir a las urnas a elegir al que debiera representarnos en Europa.

¿Cuántos de los que cubrimos, o no, esta obligación política y social lo hacemos en función de nuestra amistad con el protagonista del evento? ¿Y cuántos no tienen inconveniente en borrar de sus recuerdos a los preferidos de toda la vida por un favor conseguido del todopoderoso?... Reconozcamos que amigos, compañeros, compinches abundan. Pero no tanto ni con tan fundamentales motivos como los preferidos, como los imborrables. Ya Jardiel Poncela advertía al respecto: «En la vida humana, sólo unos pocos sueños se cumplen, la gran mayoría se roncan».

Nota: Fallecido el pasado día 27 de junio a los 102 años de edad, Victoriano Crémer había adelantado, según su costumbre, una serie de artículos que el Diario de León, interpretando que cumple la voluntad del autor, publica bajo el epígrafe El legado y la referencia numérica de cada uno de ellos.

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