Despido improcedente

El rincón | manuel alcántara

Ua sospechábamos que la culpa del desastre se la podían echar al sastre. En cualquier reglamento existe un artículo no escrito, pero rigurosamente observado, que a pesar de su largo texto puede resumirse así: «todo inferior será severamente castigado». No sabemos si el sastre del señor Camps daba puntada sin hilo, pero sabemos que la Justicia ha declarado improcedente su despido y lo desvincula de las famosas facturitas. La sentencia obliga a Forever Young a readmitirlo o a pagarle 235.500 euros, que es mucha tela.

La gente normal, que es la que mantiene a muchos subnormales en los altos cargos, no se explica ciertos enredos de poca monta, aunque su montaje sea espectacular. El sastrecillo valiente del Petronio valenciano se llama José Tomás y quizá haya alguien que le quiera hacer una faena como la que su homónimo le hace a los toros que últimamente escoge a su medida, que en mi opinión da para más. ¿En qué quedará todo esto?, nos preguntamos. Como si no supiéramos la respuesta: quedará en nada, que es el sitio donde caben más cosas.

Nadie ignora que está muy bien pedir justicia, pero es mucho mejor no pedir nada. Según Pitigrilli la Justicia con mayúscula es una honorable señora que vive en un lupanar. Entre nosotros no atraviesa su mejor momento. Se habla de minucias para encubrir lo más grave. El tesorero del Partido Popular ha dicho que pone la mano en la Biblia por la financiación de su partido, pero no se trata de eso, sino de saber dónde puso la otra. O se la pusieron, después de decirle ¡manos arriba! Convendría aclarar algunas cosas, porque empezamos a ver turbio no sólo el futuro, sino el día de mañana, que como diría mi inolvidable amigo Tono, por cierto es jueves. El porvenir cada vez se adelanta más.