el legado (13) | victoriano crémer
No ganamos para disgustos
Y ahora, para que te vayas con los soldados y dejes la casa sola, va la Cultural y pierde el encuentro previsto con el Sabadell, y se queda donde estaba. (Virgencita, Virgencita, que me dejen como estoy... Pues ya se cumplió el maleficio. Y no será por la intervención de la Municipalidad o de la Diputación, que también pudieran haber contribuido con su gestión y con su influencia en la gran derrota. Vinieron los catalanes y sin alardes previos, ni desfile de pendones, le metieron al conjunto de León y sus alfoces un soberbio, un prodigioso, un benemérito gol.
Y todos los afectados por la catástrofe, se echaron a llorar, que es que el campo era de pena. No voces, sino silenciosas lágrimas cayeron cerca del Bernesga...
Y todos los afanes, los dineros y las influencias se disiparon. Yo recuerdo cuando la Cultural antigua y señorial, consiguió conquistar un lugar en Primera División. No diremos que nos pusimos las botas porque esta metáfora no tenía sentido, dado que el juego al que estábamos adscritos se practicaba con eso, con botas, cuando quizá a lo que se debió emplear no eran los pies sino la cabeza.
Esta vez, la derrota quizá, quién sabe, tal vez, nos vino por la infeliz influencia de las autoridades de la Casa de la Poridad: ¿Qué coña tenía que hacer la alcaldía y los concejales en el campo del pelotón? ¿No tenían otra ocupación de mayor provecho para el futuro del Reino de León? El caso es, o fue, que mientras el conjunto culturalista se entregaba a la derrota más o menos, pensando con amor en la victoria necesaria, los más ilustres o ilustrados miembros de la municipalidad en lugar de ayudar a la Sociedad de sus amores con dádivas personales o generosos récords de sus abundosos emolumentos, se dedicaron a borrar el nombre del único Presidente que con su esfuerzo y dineros había conseguido un puesto a la lumbre, (Don Antonio Amilivia y Zubillaga) seriamente tomaron el acuerdo de bautizar de nuevo al soberbio campo, con el nombre grandilocuente de «Campo del Reino de León», con lo cual parece que satisficieron los perversos deseos de matar de nuevo al gran presidente, ofreciendo en cambio la presencia de este o de aquel miembro del Municipio... Estas taumaturgias son las que en todos los demás actos de la vida de los pueblos acaban por producir el desánimo y la desvertebración de una sociedad que aspiraba al triunfo. Hemos sido derrotados, como los moros del Gurugú y no nos queda sino encender alguna vela a la Señora Patrona de los caminos y nos saque de tantísimos errores como cometemos. Y dejemos a los ministros, a los disputados, a los presidentes y alcaldes que se den de cara con sus obligaciones y que ellos, los mandones, entreguen sacrificios y esfuerzo a la comunidad y sus necesidades de verdad.
El fútbol, es un deporte que se practica mediante la aportación de dineros, y cuando no hay ni dineros ni harina todo, absolutamente todo, es mohína... Sentimos la derrota de la Cultural y aconsejamos a los políticos que no conviertan el pelotón en una urna electoral....
Nota: Fallecido el pasado día 27 de junio a los 102 años de edad, Victoriano Crémer había adelantado, según su costumbre, una serie de artículos que el Diario de León, interpretando que cumple la voluntad del autor, publica bajo el epígrafe El legado y la referencia numérica de cada uno de ellos.