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León

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En el filo | josé cavero

Tras las dudas y vacilaciones expresadas por las Comunidades que preside el PP, finalmente hubo «orden de Génova» y ninguna se opuso: a lo sumo, se abstuvieron. La Comunidad de Madrid había anunciado su propósito de oponerse, pero «la orden de Génova» se lo impidió y Esperanza Aguirre y Antonio Beteta se alinearon con las restantes comunidades en las que el PP es mayoría y gobierna y, de esta manera, al igual que Canarias y Ceuta, sumaron sus votos positivos a las de las comunidades de Gobierno socialista y el nuevo modelo de financiación autonómica salió adelante sin ningún voto contrario.

Y ahora, ¿qué? Quedan una serie de negociaciones en las que es probable que se terminen de elaborar las cifras finales, todavía en buena medida ocultas, y que podrían sufrir alguna modificación. Valga como ejemplo lo que hoy mismo se cuenta sobre la financiación que corresponde a Galicia: también se abstuvo, como las restantes comunidades de presidente «popular», pero ha logrado 654 millones, es decir, 64 millones más a los atribuidos inicialmente, al habérsele aplicado la cláusula de la dispersión geográfica. Esa es posiblemente la ventaja de no haber proporcionado, hasta el momento, las cifras totales, finales y decisivas de este gran pacto de financiación autonómica, del que tan sólo se conocen las generalidades: todas las comunidades ganan con respecto a la fórmula anterior, especialmente Cataluña, y muchos verán resueltas sus propias querellas...

Pero el hecho de que todavía no se hayan divulgado las cifras de todas y cada una de las comunidades permite alentar algunas esperanzas de revisión y rectificación de algunos datos por lo que se refiere al reparto de los 11 mil y pico millones que se añaden ahora y que se suman a los 114.000 millones que ya venían siendo repartidos en los años anteriores desde que se inició este procedimiento de sufragar a las comunidades autonómicas. Es posible que, una vez elaborados todos los datos, algunas cifras que ahora resultan sorprendentes, por ejemplo, la buena suerte de Cataluña, no lo sea tanto, en la contemplación final del cuadro final del reparto de fondos. En efecto, la situación catalana viene apareciendo a todos como excepcionalmente afortunada toda vez que, de estos 11 mil millones de ahora, recibirá un 64 por 100 más que las demás, un porcentaje per cápita mayor que la media, lo que ha despertado algunas reacciones que Castells y Chaves no han dudado en calificar de «catalanofobia». Pero probablemente es prematuro hacer esa clase de cálculos sin esperar a las cuentas finales, es decir, sin tener en cuenta el reparto final de esos 125.000 millones totales. En el PSOE se insiste en que, a poco que el PP haga sus propias cuentas, o tal vez porque ya las ha hecho, finalmente, darán por buenas esas nuevas cuentas del Gobierno, y de ahí la decisión «de Génova» de impedir la votación contraria de algunos consejeros. Los socialistas sospechan que hay mucha demagogia y mucha desinformación en algunas de las reacciones suscitadas en la resolución de este complicado «sudoku» que parecía de imposible solución, y que ha servido para hablar de chapuza, favoritismo y otras lindezas.