Preparativos de viaje
El rincón | manuel alcántara
A ciertas alturas de la vida resulta muy desagradable hacer las maletas. Eso de reunir unos trapitos indispensables nos hace pensar que quizá sea la última vez que se congreguen en el escaparate íntimo de nuestro portátil ajuar. Siempre ha habido dos actitudes viajeras: las de quienes lo consideraron como una aventura y la de quienes están convencidos de que es una perturbación. He pertenecido a ambas modalidades en diferentes épocas de mi vida. En tiempos me gustaba viajar y ahora, cuando ya no tengo tiempo para nada, prefiero quedarme quieto. A lo más que aspiro, como don Pío Baroja es a desplazarme hasta un sitio desde donde pueda volverme a pie desde mi casa.
La ministra de Sanidad, Trinidad Jiménez, que me cae muy bien, nos ha ofrecido un incómodo viaje:
Hay que prepararse para pasarlas canutas. Que sea lo que Dios quiera, dicen los creyentes, para después añadir que nunca será nada bueno. Dios aprieta, pero no afloja. No hay que adelantar acontecimientos desdichados, más que nada porque se les ve venir. De momento, las playas registran un lleno hasta la bandera, aunque sea de alerta roja. Meterse en el mar es una forma de huída. Lástima que de los ochenta para arriba no sea aconsejable mojarse la barriga.