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Canto rodado | ana gaitero

Durante los momentos más oscuros hay que concentrarse en ver la luz». La lapidaria frase, de Aristóteles Onassis, está en el Museo de la Siderurgia y de la Minería de Sabero, y forma parte de la espléndida exposición de lámparas mineras que acoge hasta el 31 de agosto.

Mucho han tenido que concentrarse en ver la luz en este valle las personas que no se han marchado. Las escasas alternativas a la minería han llegado tarde. No vamos a decir mal y nunca por respeto a quienes aún resisten allí, pero hay que admitir que las adminsitraciones, especialmente la Junta, han hecho méritos para recibir más que un rapapolvo.

Al fin, la Ferrería de San Blas se abrió al público hace un año con un proyecto museográfico atractivo y riguroso y un programa cultural audaz. Cuentan ya más de 30.000 visitas en la que fue nave de laminación del primer alto horno de España, que se empezó a construir en 1846, una espectacular catedral industrial que tuvo que sobrecoger, sin duda, a la población saberense del XIX.

Una joya para no perderse este verano y hacer un poco de luz en el largo túnel en el que entró el valle de Sabero en 1991. El museo ha tirado un poco de la hostelería local -”que tiene el deber de ponerse a su altura-” y tirará más del turismo si la Junta se decidiera a poner en marcha, de una vez, la segunda y la tercera fase del proyecto del MSM.

Resulta irónico que el vicepresidente de la Junta y consejero de Economía, Tomás Villanueva, anuncie un pacto para salvar la minería del carbón, ahora que ya casi no quedan minas en la provincia. Ojalá sea verdad. Pero da que pensar. La maquinaria de la burocracia o la dejadez política arrastran durante años obras y proyectos que son vitales para que la economía leonesa se salve y poco hace Villanueva.