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León

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El corro | pedro vicente

Mal que bien -cada uno cuenta la feria según le va en ella- Zapatero se va de vacaciones habiendo despejado el camino del nuevo modelo de financiación autonómica. Las cuentas son prematuras, puesto que las cifras han de concretarse en las comisiones bilaterales a celebrar entre el Gobierno central y cada comunidad autónoma una vez que el modelo adquiera rango de Ley en el Parlamento, trámite éste en el que no hay que descartar alguna modificación. Sólo entonces, y en función de cómo haya evolucionado la recaudación fiscal, variable de la que apenas se ha hablado, se sabrá cómo queda el reparto.

Pero al menos ese camino ha quedado desbrozado. No puede decirse lo mismo respecto a la financiación local, que, siendo tan urgente o más que la financiación autonómica, ha quedado aparcada como pronto hasta el 2011. Tan urgente o más porque, a diferencia de las comunidades, la situación económica de la administración municipal es cada vez más insostenible, si es que no es ya de bancarrota. El pinchazo de la burbuja inmobiliaria ha dejado al descubierto la insuficiencia financie ra de los ayuntamientos, que mientras duró la gallina de los huevos de oro han estado viviendo muy por encima de sus posibilidades, nadando incluso en la abundancia. Con la drástica pérdida de esos ingresos asociados al ladrillo ha aflorado el déficit estructural producido por las llamadas competencias «impropias», esas que han ido asumiendo voluntariamente los municipios sin transferencia financiera ni de las autonomías ni del Estado.

La necesidad de abordar el problema de la financiación local estaba sobre la mesa antes de que se abriera el melón del nuevo modelo de la financiación autonómica. Pero como la solución al problema de las haciendas locales pasa por incrementar los fondos procedentes tanto de la Administración central como de la autonómica, lógicamente ni el Gobierno ni las Comunidades tienen prisa por aflojar más dinero. De esa falta de sensibilidad hacia el problema da idea la última respuesta que ha recibido la Federación Española de Municipios y Provincias cuando, una vez desatascado el modelo de financiación, ha solicitado abordar el problema de la financiación local. «Ni hablar del peluquín», ha sido la respuesta del ministro de Política Territorial al «¿qué hay de lo mío?» lanzado por Pedro Castro, el presidente de la FEMP. Licencias coloquiales aparte, Chaves le ha dicho a Castro que se olvide del asunto de momento hasta el 2011 y le ha recordado los 8.000 millones de euros destinados al Plan de Inversión Local para este año.

Es evidente que los 11.000 millones extras aportados a la financiación autonómica han dejado al Gobierno sin margen para satisfacer paralelamente la reivindicación financiera de los ayuntamientos. Pero que no se ponga como contrapartida los 8.000 millones del Plan E, ya que se trata de un dinero que los ayuntamientos han cogido con una mano para soltarlo con la otra, sin aliviar para nada su acuciante deficit. Un problema que podemos pagar los ciudadanos si, como han advertido los alcaldes, la solución pasa por suprimir parte de los servicios municipales prestados hasta ahora.

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