Diario de León
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cayetano gonzález
León

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Panorama

Cuando media España está de vacaciones y la otra media se dispone a estarlo -salvo los que han tenido que renunciar a ello como consecuencia de la crisis- puede ser un buen momento para hacer un breve balance de este curso político que está a punto de finalizar y que ha estado marcado fundamentalmente por la dureza de esa crisis cuya manifestación mas sangrante es esos 4.200.000 españoles que en estos momentos están en el paro o ese millón de familias donde ninguno de sus miembros tiene trabajo.

Ante esta cruda realidad, todas las demás cuestiones adquieren un valor relativo, aunque no por ello dejen de ser importantes. Al presidente del Gobierno le costó bastante tiempo llamar a las cosas por su nombre y aceptar que estábamos ante una crisis económica de grandes dimensiones, que podía tener su origen fuera de nuestras fronteras, pero que iba a provocar -como por desgracia se ha ido confirmando en estos últimos meses -unos efectos internos devastadores.

Nos vamos de vacaciones con la sensación que ni el Gobierno, ni la oposición, ni los agentes sociales, han estado a la altura de las circunstancias. La mayor responsabilidad hay que exigírsela al ejecutivo, que para eso tiene el BOE y todos los instrumentos para gobernar, pero el principal partido de la oposición ni ha sabido explicar su alternativa económica, ni ha proyectado la imagen de un partido que en tiempos de crisis está dispuesto, por encima de cualquier otra consideración, a arrimar el hombro para intentar salir de ella lo antes posible. Junto a la profundidad y la gravedad de la crisis económica, el otro tema estrella de este curso ha sido el modelo de financiación autonómica recientemente aprobado por el Gobierno y las Comunidades gobernadas por el PSOE, con la inexplicable abstención del PP. Digo inexplicable, porque lo lógico, después de la sarta de adjetivos que le dedicó Rajoy al citado modelo, es que hubiera votado en contra. Un modelo del que no se conocen las cifras exactas, pero que en cualquier caso provocará un mayor endeudamiento del Estado.

Un modelo que, por mucho que moleste al Gobierno y al PSOE, ha sido hecho pensando exclusivamente en Cataluña, porque ahí Zapatero tenía un problema con el «tripartito», amén de ser, junto a Andalucía, el principal granero de votos del PSOE. Y visto lo visto en las recientes elecciones europeas, con las cosas de comer no se juega.

En el terreno más político, de los partidos, nos vamos de vacaciones, con un PP absolutamente enredado y paralizado por sus propios errores de estrategia y de comunicación en dos derivadas del Caso Gürtel: la de su tesorero, Luis Bárcenas, que también de forma inexplicable sigue ocupando un despacho en la calle Génova, y la del Presidente de la Generalitat de Valencia, Francisco Camps. Rajoy lleva huyendo varias semanas como de la peste de los periodistas para no tener que contestar preguntas sobre estas cuestiones. Mientras, el Gobierno y el PSOE felices de haberse conocido porque con la que está cayendo, los titulares, todos negativos, son par a el PP. Así se las ponían a Felipe II.

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