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León

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Tribuna | Emilio Martínez Torres

Es indudable que sentimos un aprecio natural no sólo por nuestra vida, sino también por valores materiales e inmateriales. Y, así, nos congratulamos al mismo tiempo del pasado del pueblo que consideramos como patria chica como de la historia de nuestros antepasados con sus éxitos y fracasos.

Si nos fijamos en los valores referentes a las cosas, se nos presentan a los leoneses edificios de valor histórico y artístico extraordinario, como la Catedral, San Isidoro y San Marcos, que forman parte ya de nuestras vida. A ellos hay que añadir otros muchos edificios que tienen para nosotros también gran valía y aprecio.

Entre esos edificios cargados de significación, viene a mi memoria el  de la antigua Escuela Normal, construido en el año 1935, en donde se formaron en sus aulas los maestros que, destinados a los pueblos, educaron a los leoneses.

Desde hace unos años, hemos podido observar que el edificio de la Escuela Normal ha dejado de formar profesores en sus aulas, puesto que la Escuela ha sido trasladada al campus universitario. Preguntarnos por el destino de la misma es también, de algún modo, recordar las dificultades por las que ha pasado la enseñanza. No cabe duda de la falta de aprecio que, desde siempre, ha  padecido la enseñanza, algo generalizado en todo el país.

No podemos olvidar que la educación consiste en el perfeccionamiento de las facultades específicamente humanas y también que la educación se nutre principalmente de los avances de la ciencia, sobre todo de aquellos que recoge la cultura para facilitar y mejorar la vida social. Esta influencia de la cultura no fue bien recibida por las mentalidades tradicionales y conservadoras, pues pensaron siempre que la educación se concentraba en las máximas y consejos de los mayores, y que con la formación cristiana, que ya estaba bien arraigada en los pueblos, era suficiente para cubrir el problema de la educación. La misma historia de las escuelas normales es una muestra de esa distinta valoración de la enseñanza en nuestro pasado. Mientras que en la primera mitad del siglo XX fueron bien atendidas por los políticos de izquierda, la derecha marginó o atacó esa educación tan unida a la cultura. La Escuela Normal fue construida durante el período de la República. Con el triunfo del Movimiento Nacional, las escuelas y su misión fueron postergadas al máximo, y se puso en marcha un plan que buscaba fundamentalmente la formación cristiana y la adhesión política. Con los años, las ideas liberales fueron imponiéndose en el orden cultural, y las escuelas volvieron a ser centros de formación pedagógica, de manera que se construyeron edificios apropiados a esta nueva función.

En la actualidad, la Universidad de León ha logrado ofrecer para el desarrollo de la Escuela Normal un magnífico edificio en el campus universitario, en consonancia con las demás facultades de la Universidad, en donde reciben la formación 1.400 alumnos en sus diversas especialidades. Así, aunque la Escuela Normal haya dejado de formar parte de un barrio de la ciudad de León, nos congratulamos,  por el bien de la enseñanza y de la ciudad, de que haya sido integrada en el excelente campus universitario de que disponemos los leoneses.

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