Pistas de prófugo
El rincón | manuel alcántara
El dinero lleva algún tiempo en paradero desconocido. Se sabe que está, pero nadie sabe dónde, salvo los que siguen jugando al escondite con él. Hay proyectos de cooperación sospechosos, como el llamado «caso de las ballenas». Desde Jonás, que fue un «ocupa», y Moby Dick no se había hablado tanto del cetáceo mayor de los mares, pero ni siquiera al gran Herman Melville se le ocurrió que el capitán Acab podría utilizar su interior bodega con finalidades bursátiles. Alguien deberá explicar ahora si muchas subvenciones no se utilizaron para desviar fondos, pero hay que reconocer que ha sido una idea genial esa de ocultar el dinero en una ballena blanca o bien del color habitual, que es oscuro por encima y blanquecino por abajo, a semejanza de muchos políticos.
Se investiga por dónde se ha ido al mar el caudal de nuestros dineros. El «caso Gürtel» ha destapado retiradas masivas de billetes de 500 euros, de esos que dicen que hay. Son de curso legal, pero apenas circulan. Si nos cae alguno, por casualidad, debemos considerarlo un desviacionista, ya que estaba destinado a otros pagos. Bien alineados no sé cuántos millones de las añoradas pesetas pueden caber en una caja de zapatos. Y si la caja de zapatos es de un jugador de baloncesto, todavía más.
Hablando de cajas, el Banco de España acusa a Caja Castilla-La Mancha de infracciones muy graves y bastantes variadas que pueden resumirse en una: «confundir el propósito inicial de las Cajas de Ahorro y el Monte de Piedad con olvidar la piedad y tirarse al monte. En cualquier caso, el dinero fugado empieza a dejar huellas de su tránsito. El nombre del señor Correa suena mucho, pero se sigue investigando a Camps, el de los cuatro trajes y los tres pares de zapatos. El mismo que viste y calza.