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León

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En el filo | andrés aberasturi

El ministro don José -antes Pepiño- ha vuelto a las andadas; estaba tan en plan ministro-de-todos, bromeando con Esperanza Aguirre y cerrando pactos con Camps, que ya casi nos habíamos olvidado de su antiguo papel tan bien heredado, planetariamente hablando, por Leire Pajín. La verdad es que Don José Blanco, el ministro, ha puesto en marcha en un par de meses buena parte de lo que su antecesora -que dios confunda- tenía bloqueado tan sólo porque sí, porque ella era así y punto. Pero Don José Blanco se levantó Pepiño y se lanzó a lo que realmente le gusta y le dio fama: descubrirnos a los españoles la verdad revelada sólo a él en su particular Sinaí.

Gracias a don José Blanco transmutado en Pepiño hemos sabido que las peticiones de la Ceoe en el diálogo social no son de la Ceoe sino que resumen el programa secreto del PP. Hombre, que la Ceoe no sea una organización especialmente de izquierdas, parece más bien evidente; ahora bien, que se convierta en la portavoz del presunto programa secreto del PP, tampoco parece necesariamente cierto. Aún no sabemos el programa conocido del PP como para que este sea el «secreto». En la CEOE habrá empresarios conservadores -es su tendencia natural- pero también socialdemócratas y, desde luego y sobre todo, liberales convencidos tipo José Antonio Segurado que en la Fundación Areces hace sólo unos días repartía estopa educadamente pero sin morderse la lengua a derecha e izquierda, a tirios y troyanos, a Gobierno y oposición y a sindicatos y empresarios en un ejercicio también de autocrítica al que no estamos muy acostumbrados en España.

La Ceoe, como los sindicatos, defiende sus intereses y lo que no es de recibo después de casi dos años de negociaciones es acusar sólo a una parte del fracaso y, menos aun, meter de matute al PP en todo este proceso. Cuando el ministro don José se transmuta en Pepiño, malo; algo pasa en el PSOE o en el Gobierno que supera la dialéctica de delegada de primero de carrera de Leire Pajín.

No conduce a nada acusar a los empresarios sin más, ni amenazarles desde el Gobierno o asegurar que están a las órdenes del PP. Con esa política de balones fuera, es posible que se ganen elecciones -no lo creo- pero no se crean puestos de trabajo que es lo que verdaderamente importa. Es absurdo, en un sociedad que se mueve en el libre mercado y en la iniciativa personal, tratar de amedrentar/amenazar o satanizar a los empresarios. Que al Gobierno le preocupen los derechos sociales, es lo natural y lo exigible, pero una cosa es eso y otra bajar a la barricada. Cuando Don José era Pepiño, lo hacía muy bien porque iba a lo que iba; cuando le nombraron don José, empezó a actuar como Don José para todos y también lo hizo/hace/hará bien. El problema es la bilocación porque sólo está al parecer al alcance de algunos santos:no se puede bajar del despacho de ministro y sumarse a la manifestación contra el aumento del paro como uno o más. Es como chiste del que decía a su madre que le dolía la garganta para no ir al colegio; la madre se lo dejó claro: tienes que ir al colegio por dos razones: la primera porque no te duele nada y la segunda porque eres del director. Pues eso.

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