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León

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El baile del ahorcado cristina fanjul

La libertad no se pide, se toma. Cuando Larra escribió estas palabras, no sabía nada de Lubna Hussein, una periodista sudanesa que se enfrenta a recibir cuarenta latigazos por usar pantalón, retando con ello a la tiranía del dogma irracional, bárbaro e ignorante que imponen los mulás. Su comportamiento me recuerda al de esa otra luchadora por la libertad, Rosa Parks, que osó sentarse en un lugar reservado a los blancos. Serán las mujeres las que acaben con esa Umma del pensamiento único que padecen millones de personas en todo el mundo, serán ellas las que alumbren la ilustración por la que necesariamente debe pasar el Islam antes de formar parte de la civilización. Hace dos años conocí a Shirin Neshat, una de las artistas que con más belleza y dramatismo muestra la dualidad en la que se mueven sus compatriotas iraníes. Shirin sufre estos días desde Nueva York por la represión de quienes se han enfrentado a la corrupción y a la tiranía. Desde su atalaya muestra al mundo los ataques con los que Ahmadineyad se defiende de la revolución verde, de la juventud heredera de los poetas sufíes, que huyen de dogmas y doctrinas. También de eso trata Women without men , su última película, una historia basada en la novela de Shahrnush Parsipur cuya obra literaria sigue prohibida en Irán. Con una estética sobrecogedora, Shirin Neshat nos muestra la historia de cinco mujeres que luchan por la libertad y la supervivencia, en una sociedad que descansa sobre estrictas reglas que controlan la intimidad de su vida religiosa, sexual y social. Y es que todos somos libres de creer en las piedras siempre que no las usemos como arma.