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León

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Burro amenazado pancho purroy

Con la calorina, los reptiles, amigos del soleamiento, andan en su salsa. De las serpientes españolas, solo las víboras acobardan puesto que su veneno, inyectado mediante dos garfios tipo aguja hipodérmica, es peligroso. Recientemente se han conocido dos casos, el de un corchero atacado en el cuello por una víbora hocicuda en el parque de los Alcornocales y el de un saxofonista picado en la mano cuando se sentaba en un parque de San Sebastián, en este caso por una víbora cantábrica. Tampoco es para acobardarse y dejar de pasear por el monte, pues las víboras reaccionan ante el hombre con la inmovilidad o la huída y si las vacas se tumban sobre alguna, pican al sentirse agredidas. En León tenemos a la abundante víbora cantábrica, de diseño dorsal arrosariado, amiga de los brezales, y, en las partes más cálidas de la Cabrera y la Valdería, la víbora hocicuda, más propia del jaral y con el morro hacia arriba. Se diferencian de las culebras por poseer la pupila vertical, no redonda, y tener una cabeza de perfil en punta de lanza, llena de escamas por encima, sin la cabeza ovalada, recubierta de placas, que caracteriza a culebras como las lisas, la bastarda o las de agua. Además, el aspecto de una víbora es rechoncho y colicorto.

En todas las películas sale el amigo chupador que sorbe el veneno de la persona picada para que no llegue al torrente sanguíneo y muera penosamente. Hoy sabemos que el antídoto mejor ante una picadura, sea de víboras o de serpientes más peligrosas como los crótalos, la mamba negra o la cobra, es la aplicación inmediata en la herida de una descarga de corriente continua, por ejemplo de los bornes de una batería. En las tiendas de Coronel Tapiocca venden una porra anti-ofídica productora de una descarga mediante las pilas que lleva en su interior, en caso de mordedura.