Desnúdese y sufra

María se halló sorprendida mientras se cambiaba en la habitación del hotel. Un vecino la observaba mientras se desnudaba para ponerse el bañador. Se cubrió y cerró las ventanas y hasta las persianas, porque a veces las telas transparentan demasiado. Al bajar a la playa se lo comentó a su amiga, la desenfadada Lola. Uy, hija, dijo la ex-Lolita, pues qué más te da, no seas antigua. Pero María respondió presta: Sí que me importa que ese rijoso tipejo se esté deleitando con mi intimidad, la que doy a mi marido. —Tonterías, —atacó su laxa compañera— ahí tienes las fotografías esa actriz famosa que se desnuda embarazada. —Ella se expone —saltó herida María—, para que otros gocen de sus intimidades, es objeto del deseo lúbrico de muchos y se vende ensu cuerpo, eso es prostitución. —Cariño —le espetó irónica la Lola—, ¿no ves que incluso la gente más sencilla se desnuda para salir en calendarios y ganar algo para obras benéficas? —Que disfruten del cuerpo con quienes aman, no con cualquiera. Parece que todo vale, pero no. Los calendarios de desnudos ya es tan común que se ha convertido en vulgar, ridículo. Muy a menudo los que salen son feos. La mayoría de los pueblos de la historia de la humanidad se han vestido y en zonas cálidas, en buena parte para protegerse de la mirada voluptuosa pues si fueses por el hotel sin la parte de abajo cubierta muchos te mirarían no el rostro, para ver tu inteligencia, sino la cosa. —Pero es natural —siguió la ligera ex-Lolita— y Dios nos hizo así. –Claro que sí —repuso María— pero prefiero que me conozcan por mi persona, no por mis tetas o por mi sexo; además, ya no hay miradas ingenuas, como en tribus donde la desnudez es cotidiana, está filtrado por la publicidad erótica. Cuando meses después se encontraron de nuevo: —¡Ay, María, qué razón tenías! Yo me cambio de ropa en casa sin mirar si me miran, con las ventanas sin cerrar, y alguna vez noté algo raro en un vecino de en frente, tal vez sea un maníaco peligroso... Hoy me han dicho en la oficina que me han visto desnuda en internet, pues algún cabrón me ha grabado, y soy  gracioso tema de conversación para todos. Fíjate ahora, defensora del pudor... No me gustaría por nada del mundoque el cerdo de mi jefe y otros tipos se masturben mirándome en el ordenador de sus casas. Voy a intentar denunciarlo.