Mucha presión

Es muy poco estético el espectáculo de las luchas de poder que se desarrollan de espaldas al pueblo llano y sin que éste llegue siquiera a conocer los últimos entresijos de los forcejeos que llevan a adoptar determinadas decisiones políticas. Este es el caso del decreto-ley sobre la TDT, que resuelve a beneficio de parte una enconada pugna empresarial entre dos poderosos grupos de presión. Y lo grave del caso no es tanto que se actúe en un sentido o en otro sino que se hurte a la ciudadanía el debate que hubiera iluminado un asunto tan oscuro en el que el tráfico de miles de millones de euros eclipsa las ideas, los principios y hasta las reglas democráticas. La transparencia que brilla cada vez más por su ausencia en este país de trasgos y de brujas que todavía, a veces, nos asombra con oscuridades medievales.