Diario de León
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El rincón | manuel alcántara

El equipo que gane el campeonato de Liga que está casi a punto de comenzar le dará las gracias a la santa patrona de su ciudad. Sin su celeste ayuda, se considera que aquel balón que dio en el poste, impulsado por un jugador del equipo contrario, hubiera entrado en la portería. Santa Teresa estaba convencida de que Dios anda también entre pucheros y no debe sorprender a nadie que algunos entrenadores y directivos millonarios crean firmemente que anda también por las áreas de penalti. Muchos jugadores se santiguan al entrar en el campo, pero otros ayunan en plena temporada futbolística. Es una de las diferencias más ostensibles entre católicos y musulmanes, si se dedican además de ganar el cielo a ganar el título de campeones. El Real Madrid, al que ha llegado la esperanza en forma de chequera de don Florentino Pérez, le ha llegado también el Ramadán.

Los expertos dicen que Lass, Diarra y Benzema se arriesgan a lesiones, ya que son estrictos creyentes y no pueden comer ni beber hasta que a la incierta luz del alba no puedan «distinguir un hilo blanco de un hilo negro». Hay que reconocer que los ayunos, que son una buena norma higiénica, son más llevaderos entre los católicos, que inventaron las bulas. Una ingeniosa disculpa bursátil que permite que vayan al cielo los que comen caviar y langosta en días de abstinencia y se condenen los que ingieren bocatas de mortadela. Un buen musulmán, como Alá manda, tendrá que abstenerse de comer, de beber y de tener relaciones sexuales hasta la puesta del sol, sin preocuparse del puesto que ocupe su equipo en la tabla clasificatoria, ya que lo importante son sus tablas de su ley. Todas estas cosas hacen más emocionante el comienzo del campeonato. Algunos millones de aficionados, no sólo José Luis Garci y yo, estamos deseando que empiece.

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