Vacunas, cuanto antes mejor
La veleta | victoria lafora
Lo import ante en relación con la batalla contra la propagación de la gripe A, sobre todo ante la inminencia del inicio del curso escolar, es que lleguen las vacunas cuanto antes. No hay llamamientos a la calma, por parte de autoridades o especialistas, que puedan compensar la inquietud creada por el goteo de muertes de gente muy joven, que se ha producido estos dos meses. El comienzo de la campaña de vacunación contra la gripe H1N1 será lo que, de verdad, tranquilice a la ciudadanía frente a los riesgos de esta enfermedad.
Incluso la frase que acompaña a la noticia de la defunción de: «padecía patologías previas» contribuye a la inquietud porque lo poco que se cuenta, por expreso deseo de la familia, no parece revestir la gravedad suficiente como para no superar una gripe.
Lo cierto es que, frente a Italia y Alemania donde no se han producido ningún fallecimiento, en España ya han muerto dieciséis personas victimas del virus de la gripe porcina y de ellas tres embarazadas. El dato pone en cuestión si los hospitales públicos están atendiendo con la suficiente celeridad a los contagiados; si el protocolo de diagnóstico funciona o se les manda a casa y cuando reingresan es demasiado tarde.
El próximo lunes Sanidad y las comunidades cutónomas fijaran las prioridades a la hora de recibir la ansiada vacuna. Si se sigue el acuerdo adoptado en la Unión Europea serán las embarazadas, los sanitarios y los enfermos crónicos, los primeros en recibirla. Lo peor que podría ocurrir es que surgieran las discrepancias y unas Comunidades decidieran empezar por los docentes, otras por los taxistas y otras por los sanitarios porque el contagio general quedaría garantizado.
De momento, es un mal síntoma que el Partido Popular, tan conforme hasta ahora con la labor llevada a cabo por los responsables estatales de Sanidad, haya decidido incluir la gripe A entre sus temas de oposición cara al otoño. Una pandemia y la alarma social que provoca no debe ser nunca un tema de debate político salvo que los responsables de salud pública abandonen a su merced a los ciudadanos.
Lo que si debería hacer la ministra Trinidad Jiménez es escuchar permenentemente las voces de todos los expertos. También las que aconsejan que los retrovirales como el Tamiflu vuelvan a dispensarse en las farmacias con receta médica. Sobre todo teniendo en cuenta que los centros sanitarios públicos pueden verse colapsados si, como prevén los virólogos, uno de cada tres españoles contraerá el virus H1N1 este otoño si no llega la vacuna, por mucho que se lave las manos.