Diario de León
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El corro | pedro vicente

Sabíamos -”lo había anunciado hace semanas Santos Llamas, el presidente de Caja España-” que septiembre iba a ser un mes decisivo en el proceso hacia la integración emprendido por las dos principales cajas de ahorro de Castilla y León. Aunque ese proceso no era excluyente, lo que no estaba en el guión es que antes de finalizar agosto se incorporara al mismo Caja Burgos, la tercera entidad de ahorro en volumen de recursos de las seis con que cuenta la comunidad autónoma. La irrupción en escena de la caja burgalesa ha convertido lo que era una relación de pareja en un ménage à trois . Tras suscribir el correspondiente pacto de confidencialidad y someterse a la misma due diligence , Caja Burgos se ha encamado con todas las consecuencias con Caja España y Caja Duero.

El tercero en concordia aporta al trío una estimable dote (más de 12.000 millones de euros en activos) y especialmente un perfil que permitirá limar algunas aristas que presentaba la relación de la pareja inicial. En concreto atenúa uno de los lastres que pesaba sobre el maridaje entre Caja España y Caja Duero, cual es su elevada coincidencia territorial y alta concurrencia de oficinas, hándicap que en su momento llevó a determinada consultora a desaconsejar una operación exclusivamente entre las dos. Caja Burgos pasa además por ser una entidad bastante saneada y gestionada con eficiencia.

El hecho de que las tres primeras Cajas de Castilla y León compartan tálamo debería ser una noticia gozosa para la Junta, que tan fuertemente ha apostado por la integración de todas las entidades de ahorro de la comunidad autónoma. Pero aunque la formación de ese trío no desagrade al gobierno Herrera, lo que ha trascendido es su cabreo mayúsculo con Caja Burgos, no por su decisión, sino por haberse enterado de ellas a través de los periódicos.

Con ese ninguneo se ha puesto de manifiesto que, salvo advertir de que vetaría las posibles fusiones con cajas de otras comunidades autónomas, la Junta ha carecido de capacidad y autoridad para orientar la reestructuración del sector financiero. Esa tutela la está ejerciendo en exclusiva el Banco de España (máxime tras el fiasco de la Caja Castilla-La Mancha y la aprobación del Fondo de Reestructuración Bancaria), que primero dió el visto bueno al noviazgo entre Caja España y Caja Duero y después ha propiciado la participación de Caja Burgos como tercer partenaire . Así las cosas, el panorama de las Cajas de Castilla y León aparece ya muy despejado. Tan solo queda por ver si las tres cajas pequeñas están dispuestas a incorporarse a lo que sería una cama redonda o se buscan la vida por otro lado. Una de ellas, Caja Círculo, la segunda caja burgalesa, parece decidida a mantener su voto de castidad (no en vano está tutelada por la Santa Madre Iglesia). Las otras dos, Caja Segovia y Caja Ávila, dicen haber iniciado relaciones que todavía no han cuajado en un noviazgo formal, pero se sospecha que en realidad ambas se están dejando querer por Caja Madrid. Si ésta última relación se planteara, veremos si, con Esperanza Aguirre y Ángel Acebes por medio, la Junta ejerce el veto a que tiene derecho o transige ante la caja madrileña.

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