En busca de las arcas perdidas

El rincón | manuel alcántara

No van a encontrarse, porque la mala gente las ha puesto a buen recaudo, pero si un intrépido explorador descubriese alguna comprobaría que no hay nada dentro. La nada, descrita como un cuchillo sin mango al que le falta la hoja, nos amenaza a casi todos. A algunos más, a otros menos y a otros nada. No se les puede pedir que experimenten el mismo estado de alarma a los miembros de una familia donde ninguno de ellos tiene trabajo, que a la familia Urdangarín, por ejemplo, que comparece en una revista de las llamadas del corazón, sin duda para que no olvidemos la hermosa diversidad del mundo. El presidente Zapatero subirá los impuestos a las rentas del capital, medida que no puede parecerle inadecuada a quienes no las disfrutan, pero que también tiene sus complicaciones.

La llamada «fiscalidad verde» es el gran filón por explotar. Se ha elevado este año, con la subida del tabaco y los carburantes, pero quedan muchas más cosas por gravar, como tomar el sol, pasear en grupo o discutir de fútbol. Todo se andará. Sacar de donde no hay es una de las cosas más difíciles del mundo, exceptuada por supuesto la de sacar de donde hay. Los pobres están acostumbrados al saqueo, pero los ricos se resisten heroicamente. Ponerles en el punto de mira puede traer disgustos. Los que tienen puestos sus ojos en el dinero no considerarán razonable su contribución.

Parece que al Ministerio de Hacienda, especialista en hacernos temblar después de haber sonreído, no le gusta esta iniciativa del presidente Rodríguez Zapatero, a pesar de no haberse concretado. Mejor depositar todas sus esperanzas en los tiesos para salvar la situación lamentable de las arcas del Estado, que por más que se muevan no suenan.