Diario de León
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La veleta | josé cavero

Se ha producido, finalmente, la marcha de Pedro Solbes del Congreso, y vuelve a servir, como la de Jordi Sevilla, para poner de relieve que es el tercer exministro que prefiere abandonarlo en un momento en el que se especula profusamente con disensiones contra Zapatero en el Grupo Socialista, en disconformidad con la forma de afrontar al crisis económica.

Más que ningún otro, Pedro Solbes «padeció» esa crisis de la que algunos empiezan a ver su final, y a él le correspondió adoptar algunas de las medidas más severas, por su propia cuenta unas y otras veces instigado por Zapatero y contra su propio criterio, como es sabido. Solbes tenía autoridad suficiente para discrepar y posiblemente llegó un momento en que discrepaba más habitualmente de lo que coincidía con el presidente. De ahí que, con ocasión de la remodelación, y después de que Solbes hubiera amenazado con su marcha, fuera finalmente sustituido en la vicepresidencia económica por Elena Salgado, sin duda mucho más flexible y dispuesta a trasladar las decisiones que se le ocurrieran a Zapatero.

Precisamente, los críticos de esa política económica del Gobierno han venido discrepando, sobre todo, por las «ocurrencias», improvisaciones y contradicciones de las que ha hecho demostración la política económica «post Solbes», en episodios como el de los 400 euros, los 420 euros, la no subida y la subida de los impuestos... Un semanario generalmente afín al Gobierno, El Siglo, acaba de examinar las cien medidas anticrisis del Gobierno, y observa que pocas de ellas son efectivas, muchas están aún en pañales, bastantes «hacen bulto» y tampoco faltan las «peregrinas». En definitiva, que no todas esas cien medidas han tenido el calado deseado desde Moncloa, y muchas están todavía recién aprobadas, por lo que es difícil calibrar hasta qué punto dan en el blanco...

Solbes pasará a la historia por haber sido, precisamente, la autoridad económica a la que Zapatero recurrió para una primera legislatura de indudable éxito en la economía con importantes niveles de crecimiento del PIB, superávit presupuestario y muy estimable creación de empleos. Luego llegó la crisis, y Solbes empieza a discrepar de lo que Zapatero entiende que debe hacerse en una situación de esa naturaleza. En particular, endeudarse más y más. Solbes, que se había caracterizado, en Bruselas como en Madrid, por ser un esforzado de las cuentas favorables, empezó a pasarlo mal, y hubo un momento en el que confesó públicamente, y no sin escándalo, que envidiaba al exministro Bermejo precisamente porque era exministro...

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