Los días D

Mar de fondo | carmen tapia

El almanaque se ha llenado de lo que algunos llaman santorales laicos, tantos hay que la decisión de las administraciones de lavar conciencias eligiendo un día al año para recordar a los olvidados el resto de los 364 días ha colapsado el calendario. El atasco anual de efemérides corre el riesgo de anestesiar a la opinión pública, a la que el overbooking diario de días D no roba ni un minuto de reflexión y provoca el efecto contrario al perseguido. Los problemas de tráfico no se solucionan con el día mundial sin coche, y las dificultades de la infancia seguirán siendo los mismos si no se toman las medidas estructurales necesarias para evitar el maltrato, el abuso y la violación de los derechos de los niños en los países subdesarrollados. Son los medios de comunicación, siempre atacados con argumentos de alarmismo social, los que dan la voz a los afectados, que trabajan con escasos recursos y mucha dedicación durante todo el año. Son las asociaciones las que llaman a diario a las puertas de las instituciones para solicitar ayuda y aprovechan su día D para hacerse un hueco en la prensa, radio y televisión y visibilizar sus problemas. El próximo colapso en mi agenda es 1 de octubre. Comparten protagonismo el día internacional de las personas mayores, el día internacional de las personas sordas y el día internacional de la hepatitis C. Defiendo la visibilidad, desde cualquier soporte social, para las personas con riesgo de exclusión y con menos recursos asistenciales, pero la filosofía de estas fechas se desvirtúa con tanta acumulación. La pobreza, el dolor, el alzhéimer, la menopausia, la osteoporosis o la depresión son problemas graves con los que convive la ciudadanía cada día. ¿Qué medidas darán a conocer las autoridades sanitarias para conmemorar, por ejemplo, el día nacional de la epilepsia, que se celebra el 24 de mayo, además de ofrecer datos estadísticos?. Recursos asistenciales e investigación son la clave de la atención.