Así que pasen tres años
El rincón | manuel alcántara
Hubo un tiempo, obligatoriamente pacífico, en el que la cólera se tuvo que refugiar en las revistas de arqueología. Las más furibundas polémicas se entablaban sobre la vejez de los restos de un botijo visigodo o sobre la espina dorsal de un dinosaurio relativamente moderno. Sólo CC.OO. daba la heroica batalla para situarse en la contemporaneidad. Quizá haya que agradecerle ahora que haya sustituido la rebeldía por la sumisión, ya que en las revoluciones se rompe siempre mucha porcelana.
El histórico sindicato acaba de aprobar por unanimida d el informe de su sensato líder, Fernández Toxo, que descarta la convocatoria de una huelga general. Gracias a Dios sean dadas. Paralizar con una huelga nuestra maltrecha vida laboral sería una catástrofe. El lema muy bien pudiera ser: «¡Quietos los parados!» Lo que pasa es que ofrecerle a la asfixiada patronal un pacto de tres años sobre incrementos salariales es un plazo muy largo. ¿Dónde estaremos algunos dentro de tres años? Si fuéramos indios creeríamos que habitaríamos las celestes praderas, pero no somos indios, por más que llevemos algún tiempo haciéndolo.
La estrategia sindical para el otoño exhibe en su pasarela pocas novedades, aparte de recuperar el diálogo social, que últimamente sólo se daba entre sordos locuaces. Para el año 2012 volveremos a hablar del poder adquisitivo. ¿Qué son tres años en la vida del Señor? se preguntaban los místicos. Desde luego muchos menos que en la vida del señor Zapatero o del señor Rajoy, que se va a pasar en un vuelo rasante, arbitrando meritoriamente las discusiones entre la CEOE y los sindicatos. Si oímos sus argumentos, a unos no les falta razón y a otros les sobra. Los que andamos más escasos de tiempo somos algunos de nosotros.