Diario de León

LA OPINIÓN DEL LECTOR (II)

Fiesta de la exaltación de la Cruz en Garfín

Publicado por
J. A GUTIÉRREZ | LOS VERDES DE GARFÍIN
León

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Con motivo de dicha celebración el pasado día 14 del mes en curso, asistí a una pantomima (en su acepción de comedia, farsa, fingir algo que no se siente) de lo más «espectacular», con el profundo pesar de que se trata de mi pueblo. En primer lugar, portaba la Cruz, propiedad parroquial, una persona importante, la alcaldesa de Gradefes, Ana Ferreras, conocida por todos y defensora a ultranza de explotar San Miguel de Escalada pero sin interés alguno en el resto de las iglesias de los diecinueve pueblos que constituyen su Ayuntamiento. Es cierto que ninguna tiene el renombre de Monasterio, pero cuanto menos, es centro de reunión dominical para los parroquianos, que al fin y al cabo, son los contribuyentes. Y allí, iba ella; soportando con alegría el peso y la enorme algarabía en que se convirtió un acto solemne, en el que supuestamente, se «canta» el rosario por las calles, detrás de la cruz y los santos de la iglesia. Y yo me pregunto: en estos tiempos en que la Iglesia Católica está tan denostada, en un estado laico, con una alcaldesa socialista que siguiendo los dictados de su Gobierno, todo lo que huela a sotana es rancio y retrógrado, ¿por qué acuden a actos religiosos? ¿Por qué no dejan que los verdaderos creyentes manifiesten su fe, sin convertirla en un circo? Claro que entonces la procesión hubiese sido el cura llevando la cruz con la única compañía de los perros que ladraban y corrían como locos entre las gentes al ruido de los cohetes; aunque últimamente, la palabra de Dios, les lleva a correr dentro de la misma iglesia: nuevos feligreses del siglo XXI. Es curioso cómo todos suben al carro de la modernidad, del progreso, etcétera, pero vuelven «religiosamente» a la iglesia en cuanto se presenta la ocasión de lucir el traje de bodas, bautizos y comuniones, aunque sea una patochada llamada procesión. Hay que rentabilizar los gastos. Curioso también, cómo habiendo una normativa sobre tenencia de perros, limpieza de estiércol, transporte del mismo, aperos, etcétera, la señora alcaldesa se pasea con cruz o sin ella por las calles de sus pueblos y ni se inmuta. Me imagino que si uno de los perros la hubiese mordido o tirado al suelo; hubiese pisado estiércol o algo similar, hubiese tomado medidas. Pero como todo transcurría festivamente, todos tan contentos entre mil conversaciones cruzadas criticando al personal por un lado, unos berridos llamados cánticos por otro, perros ladrando y corriendo, niños chillando... y un cura, que no levantó la cabeza en todo el recorrido: quiero pensar que no iba avergonzado, sino en pleno recogimiento. Viva Garfín.

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