Diario de León
Publicado por
León

Creado:

Actualizado:

Tribuna | Santiago de la Riva

Presidente del Club Deportivo Huracán Z de Trobajo del Camino

Recientemente se ha generado una curiosa polémica acerca del estadio de fútbol de San Andrés del Rabanedo, donde juega sus partidos y entrena el Huracán Z, club de fútbol que tengo el honor de presidir. El estadio en cuestión, al parecer, carece de permisos, de licencias, no consta su existencia en lugar alguno-¦ Vamos, que nos encontraríamos con un cúmulo de despropósitos que nos llevarían a la existencia de un estadio fantasma. Aunque en realidad al campo de fútbol de San Andrés del Rabanedo se le puede llamar de muchas formas, pero creo que nunca estadio.

Comencemos por su ubicación: está en mitad de ninguna parte, lejos de cualquier núcleo urbano de cierta densidad y muy lejos, lejísimos, en todos los aspectos, del lugar de origen de nuestro club, de Trobajo del Camino, que es donde realmente debería jugar el equipo. Sigamos, el estadio no tiene vestuarios; han leído bien: los jugadores y los árbitros tienen que cambiarse en las piscinas del Ayuntamiento cuando éstas no están ocupadas por los bañistas, o en unos vestuarios para niños de fútbol base cercanos, pero en ambos casos esos vestuarios están fuera del recinto. No tiene aseos, con el consiguiente problema para los espectadores que necesiten utilizar el baño. Tampoco tiene gradas; los asistentes deben estar de pie todo el partido, y sólo cuando se acaban los corros de lucha leonesa, la Diputación de León tiene la generosidad de dejarnos unas gradas portátiles. No existe ni un solo metro de cualquier tipo de cubierta que permita protegerse del sol, de la lluvia o de la nieve. No tiene taquillas para la venta de entradas, debiendo colocar una mesa de cámping a la entrada del recinto, imagínense la escena, para atender al público asistente. No dispone tampoco de un bar o una cafetería para dar un café caliente a los espectadores en nuestros crudos inviernos. No tiene suficiente luz artificial para competir, lo que obliga a jugar siempre con luz natural y nos deja muy poco margen para el horario de los partidos, en el otoño e invierno. Tiene, por ende, un sistema de riego deficiente; el césped del estadio es artificial, como los que se ponen en la mayoría de los campos de reciente construcción, de los llamados de «última generación», pero las capas inferiores no son de la suficiente calidad, provocando que el césped se doble, el bote sea muy irregular y el riesgo de lesiones muy alto, por lo que los jugadores, tanto del Club Deportivo Huracán Z como de lo equipos rivales, le tienen auténtico temor al campo. Para no cansar al lector, digamos que el «estadio» de San Andrés no tiene-¦ nada.

Y todo eso jugando el Huracán Z en el grupo VIII de Tercera División, al lado de equipos como el Burgos, Segoviana, Arandina, Ávila, Valladolid B y otros, cuyas plantillas y directivos alucinan cuando ven nuestras instalaciones, y, además, con aspiraciones serias a poder ascender en el corto o medio plazo a Segunda División B, donde debería estar un club que representa a una población, Trobajo del Camino, de más de veinte mil habitantes, con mucha afición y también una notoria tradición futbolística.

Hace unos meses, en una cena con la plantilla, en un ambiente distendido coloquial y navideño, comenté, dirigiéndome a todos los asistentes, que el Huracán Z jugaba en «un prao de última generación» porque si a un césped, por mucha calidad que tenga, no le pones al lado gradas, vestuarios, aseos, cubierta, luces, taquillas, etcétera pues entonces deja de ser un campo o un estadio para convertirse en «otra cosa» y yo le llamaba, y le llamo, El Prao. -¦Eso sí, un prao de última generación.

El caso es que en aquella cena estaba presente don Miguel Martínez, ex alcalde del Ayuntamiento de San Andrés, actual presidente de Paradores, y parece ser que, por lo demás, máximo responsable de la construcción de un prao que debió ser un estadio. Al acabar el acto, visiblemente molesto, el señor Martínez se dirigió a mí manifestando: «Ese prao me ha costado cien millones de pesetas», a lo que no le respondí, a pesar de conocer que la empresa constructora no había cobrado un solo euro, pasados cuatro años de su construcción.

Diversas y desgraciadas circunstancias han hecho que aquella frase, que realmente sólo quería llamar la atención de las autoridades municipales allí presentes para corregir las carencias de la instalación, la utilizara el señor Martínez para incumplir sus compromisos con el Huracán Z, contraídos con notoria grandilocuencia verbal delante de toda la junta directiva, jugadores, técnicos y trabajadores del club y, sobre todo, aquellos tan firmes compromisos sellados con mi amigo y predecesor, el anterior presidente del club, Rafael Tejerina, reciente y repentinamente fallecido, dejando a su viuda y a sus hijos con una desgraciada herencia, en forma de deuda, por unos créditos bancarios firmados hasta que llegaran las cantidades comprometidas por el señor Martínez y nunca recibidas, amén de numerosos pagos pendientes a jugadores y cuerpo técnico.

El señor Martínez, en lo que pienso es un ejercicio del despotismo propio y típico de esos hombres mediocres que llevan mucho tiempo en el poder, no cumple sus compromisos; alega razones tan insólitas para hacerlo como decir, que le he llamado «prao» a «su campo» y banalidades similares. Lo que en realidad hace el señor Martínez es dejar hundido financieramente al que parecía ser el equipo de sus amores, aunque les aseguro que nada más lejos de la realidad, ya que -”«obras son amores»-” todo apunta a que prefiere verlo disuelto o desaparecido antes de dirigido por personas no manipulables. Pero todo eso es otra historia que tendremos que afrontar en breve, tal vez incluso en los tribunales. Lo importante ahora, para información de los vecinos y aficionados de Trobajo del Camino y de la opinión pública en general, es explicarles que la instalación donde juega el Huracán Z, no es un campo, no es un estadio, es un prao . Es el prao de don Miguel Martínez.

tracking