Diario de León

Los leones gamados de la Llionpedia

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Con viento fresco josé a. balboa de paz

El terruño se les queda pequeño. El león rampante de nuestro escudo lanza sus roncos aullidos a los cuatro vientos para hacerse oír de los americanos, por boca de nuestros políticos locales. No han regresado de Nueva York y ya anuncian visitas a Sidney, Chicago y Londres. El alcalde socialista querrá explicarles a los alumnos de alguna otra universidad la organización territorial española y reivindicar, de paso, que los leoneses, según él, no queremos formar parte de Castilla y León, pues por nuestra historia «deberíamos estar solo nosotros, deberíamos ser autonomía, una comunidad propia». Con lo que está cayendo en esta España nuestra, de la que un lapsus calami de la ministra Salgado dice que puede empeorar aún más y, más cerca, en nuestra provincia, en la que ya han cerrado más de mil empresas y repunta nuevamente el paro (33.087 desempleados), socialistas y nacionalistas del ayuntamiento de León, a los que debe importarles muy poco los sufridos y endeudados contribuyentes, se van a vender la identidad cultural leonesa y los atractivos turísticos fuera, con nuestro dinero.

Estos políticos nos han acostumbrados a tantas extravagancias que una más ya no importa. Hace unos meses, el leonesista Abel Pardo pretendía que la ciudad de León, suponemos que como primer peldaño de un plan territorial más ambicioso, asumiera las competencias educativas que el Estado transfirió a la Junta, desde la educación infantil hasta la universidad. El mes pasado, el mismo concejal, de gustos faraónicos, propuso, para realzar y prestigiar el símbolo leonino de la ciudad, la construcción de una avenida de leones, a imitación de la de esfinges de Karnak, cuyos cinco primeros ejemplares costarían la módica cantidad de 90.000 euros, mediante un concurso escultórico denominado Conceyu Internacional d-™Escultura. Dicen los expertos que las familias españolas, con la actual subida de impuestos de Zapatero, pagaremos al año unos 800 euros más. Debe parecerles poco a nuestros políticos locales, que no tienen el menor reparo en que esta cifra suba a mil y más euros.

Pero el proyecto más ambicioso de Abel Pardo es el de la Llionpedia, de la que es impulsor y colaborador. La Llionpedia no pretende suministrar a través de Internet nuevos conocimientos, sino hacerlos en la lengua vernácula de los cuatro leoneses que la hablan. Gustavo Bueno, que por cierto estará en Ponferrada mañana para la charla inaugural de los actos que el Instituto de Estudios Bercianos ha programado para celebrar sus 50 años de andadura, escribe en El mito de la cultura que la reivindicación de una «lengua propia», aunque se justifica como forma de expresión más profunda del espíritu del pueblo que la habla, en realidad lo que se pretende con ella «es que lo que se diga no sea entendido por los que hablan otra lengua, aun cuando las cosas de las que se habla sean comunes o triviales». La lengua, al no ser entendida por los que te rodean, es disociativa, por eso «los esfuerzos de las normalizaciones lingüísticas van dirigidas no ya a restaurar una supuesta lengua históricamente viva, sino a subrayar las voces y giros diferenciales, respecto del español, a fin de hacerlas ininteligibles».

Lo que pasa es que a veces se les entienden demasiado, se les ve el plumero, por ejemplo con lo ocurrido con los textos que niegan el holocausto judío y hacen apología del nazismo. La firma de tales textos por un tal Auslli son elocuentes de la verdadera ideología de algunos leonesistas. Quien se esconde tras las freudianas siglas que unen, en palabras de Cristina Fanjul, Austria, la patria de Hitler, con Llión, no lo sabemos con certeza (¿el propio Pardo?) -la justicia deberá aclararlo-; pero sí sabemos que la tal superflua y costosa Llionpedia ha sido una idea del susodicho concejal, y que él y sus amigos han redactado el cien por cien de la misma. También el alcalde es responsable político de este desaguisado. Los leoneses deben saber en qué se gastan su dinero estos políticos locales.

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