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León

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El aullido | luis artigue

Po rque soy un romántico respeto la lengua leonesa y a quienes, como el arqueólogo que reconstruye amorosamente los restos de un ánfora, tratan sin desmesuras de hacer algo por ella. ¡Vaya eso por delante! Igualmente -¡vivan las extravagancias hermosas!- el hecho de que se haya puesto en marcha la LLionpedia, una enciclopedia digital en esa lengua, creo entenderlo como una apuesta por lo minoritario, que en estos tiempos de homogeneidad y pensamiento único equivale a lo alternativo.

Pero la forma que esa enciclopedia ha tenido de abordar, por ejemplo, ciertos temas como el del Holocausto -tratando, parece, de restarle importancia al incluir las versiones revisionistas a la altura de las acreditadamente oficialistas- me parece ya jugar con fuego de una manera tan peligrosa como inaceptable. Basta leer a expertos de la talla del italiano Giorgio Agamben - Lo que queda de Auschwitz . Ed. Pre-textos- para concluir lo obvio: que el asunto de las circunstancias históricas, materiales, técnicas, burocráticas y jurídicas en que tuvo lugar el exterminio de los judíos durante la segunda Guerra Mundial puede considerarse hoy suficientemente aclarado. Pero la situación es muy distinta en lo que tiene que ver con el significado de tal magnicidio, con sus implicaciones éticas y con su actualidad.

En este sentido quien lea uno de los libros que han dejado huella más honda en mi alma, - El hombre en busca de sentido, Viktor Frankl, Ed. Paidós- se dará cuenta de que el Holocausto no sólo fue un suceso histórico espeluznante, un ejemplo de lo que el hombre animalizado le puede llegar a hacer al hombre, sino que también constituye hoy el aviso drástico de que tenemos que aprender a convivir, y debemos esforzarnos denodadamente en tal aprendizaje sin dar por sentado lo conseguido. Precisamente desde el prisma de la importancia de la educación aborda e l Holocausto Joan-Carles Mèlich en La lección de Auschwitz (Ed. Herder), otra obra brillante que me descubrió mi admirado Eduardo Aguirre, y la cual podría también iluminar a quienes redactan la Llionpedia.

En efecto cada día nos ocurren múltiples sucesos que no cambian nuestra manera de habitar el mundo. Sin embargo, a veces, repentinamente, un suceso se convierte en un verdadero acontecimiento. A diferencia de los sucesos, los acontecimientos nos forman, nos transforman y, en ocasiones, nos deforman. En este sentido después de la experiencia de los campos de exterminio, del horror de la muerte concentracionaria, autores geniales que universalizan su experiencia como Paul Celan o Primo Levi nos enseñan que es necesario repensarlo todo. Y es que el Holocausto no es solamente un acontecimiento histórico. Auschwitz, como dice el propio Joan-Carles Mèlich, es ya un símbolo, el símbolo del mal extremo, y nos propone por eso una ética para nuestro tiempo: una ética y una ideología que se alimenten del deseo de que el mal no tenga la última palabra.

Las versiones revisionistas del Holocausto forman parte de esa mala Historia que va en detrimento de la convivencia y a favor de las guerras. Una enciclopedia que trata así este peliagudo tema, ¿de verdad posee la finura moral que necesit an León y la lengua leonesa?

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