Diario de León
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Tribuna fernando fernández gonzález

Hay que sembrar el terror... hay que dejar la sensación de dominio eliminando sin escrúpulos ni vacilación a todos los que no piensen como nosotros», ordena con ánimo fascista el 19 de Julio de 1936 el golpista coronel Mola. En la montaña de León, en el pueblo de Burón, como en tantos otros pueblos, había un templo de la inteligencia, se enseñaba a pensar libremente, era la Escuela de niños y niñas. La maestra enseñaba piano, tocaba el armonio en la iglesia cada domingo, enseñaba a pensar,-¦. ella y el maestro formaban hombres y mujeres, más de doce de aquellos niños y niñas salieron de esa escuela para hacerse maestros, para continuar el sacerdocio del magisterio.

Pero la mirada que acusa, el dedo que denuncia, la mano que apunta los nombres en la lista... estaba dentro de los pueblos, y muchas de las víctimas eran conducidas a la muerte por vecinos conocidos. Así, ambos maestros, doña María de los Desamparados Blanco y Don Eusebio González, «coincidieron en un pueblo donde el secretario y su mujer, el cura y la familia más significada políticamente eran fascistas, por lo que independientemente de sus ideas estaban sentenciados». Lo había ordenado Mola. Las tropelías del fascismo contra el magisterio fueron tremendas en toda España, pero particularmente en la montaña leonesa, donde el porcentaje de maestros represaliados fue muy alto. El 30 de septiembre de 1936, masacraron a los dos maestros de Burón. «¡Muera la inteligencia! ¡Viva la muerte!», dirían los inductores de las tropelías. No es lo mismo matar, que matar bajo premeditadas consignas. Los patanes, los salvajes ejecutores morirían alcoholizados como desechos humanos. Descansen en paz.

«¿Pero quien puede oponerse a los honores fúnebres de la madre del abuelo?, pregunta uno de mis hijos». «Creonte, hijo. Creonte». Allí, en los «mayargales» de Lario, cerca de la laguna de las Llamas, 73 años después del asesinato, todos somos Antígona. «Los cuervos y los perros arrancan trozos del cadáver y los dejan en los altares y los hogares, prueba de que los dioses muestran señales de cólera, lo pagaras en tu sangre» le dice el adivino Tiresis a Creonte. En Larios, el 28 de agosto de 2009, al segundo día de excavación un trozo de húmero de mujer aparece. Hábeas corpus , tendrás tu cuerpo libre abuela. René, Marco, Nuria, Susana, Alex, etcétera, meticulosamente, capa a capa, milimétricamente, van escudriñando en el túmulo, son el conjunto de profesionales, antropólogos, arqueólogos, forenses, voluntarios, que Salvador gestiona como vicepresidente de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica. En cuclillas, sentados, recostados, criban, extienden, limpian, cubren,-¦ de las ocho de la mañana a las ocho de la tarde, todo el equipo trabaja sin descanso. Su dedicación y profesionalidad no tienen precio. Miguel Ángel, como buen cirujano buronés, durante años ha indagado, localizado personas y lugares, aglutinado actitudes, presencias, recuerdos, su trabajo día a día hace posible que hoy recuperemos la memoria.

Desde el primer momento el Diario de León esta presente en el lugar, y su reportaje convoca a curiosos, a paisanos y paisanas de todas las ideologías y partidos políticos, alcaldes y vecinos, de Larios, Liegos, Acebedo o Burón. Están presentes hijos, nietos, biznietos y tataranietos de los maestros. Laurentino, mi padre, recuerda y le ayudan a recordar; son todos sentimientos positivos, recuerdos infantiles, elogios de su madre, reencuentros. Pero además todas las historias y suposiciones sobre aquellos macabros hechos se materializan y se hacen realidad. Primero un botón del abrigo que le robaron a la maestra, después las suelas de sus zapatos, ella encima, bocabajo, con los brazos dislocados, la pierna izquierda fracturada, el cráneo destrozado, la mandíbula cerrada, apretada, el maestro sin botas, también a él le robaron, no hay anillos, monedas, documentos, ni balas ni balines. Los asesinos lucharon con ella, no tenían balas, la mataron con un pico; una vecina murió del espanto; los niños vieron regueros de sangre; el asesino tenía el cuerpo lleno de arañazos; los asesinos eran de tal y tal sitio; los inductores eran tal y tal,-¦ más y más recuerdos fueron conformando la historia. Los cuerpos fueron tirados a un lodazal y sujetos con grandes piedras. En el túmulo los maestros de Burón se confunden con la arcilla, forman parte de la madre tierra-¦ ahora, al verlos, se convertían en Memoria. Mentalmente visualicé el «Niño Criminal» de Jean Genet y releí: «Creo que cuando muera, aún sentirá cólera hacia vosotros». «¿Y odio?». «No espero que no, no os lo merecéis». Ante los restos de mi abuela, abrazado a mi nonagenario padre y a mi madre, con congoja, no sentí cólera, ni odio. Me emocioné al ver a mi padre, a sus 91 años tan orgulloso, gallardo, lúcido, enérgico, escuchando, recordando, recuperando, reconociendo haber mantenido una tremenda ausencia sin perder el espíritu, los valores e ideales que su madre le legó. Allí, junto a todos, con la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica, recordé la cita del gran cineasta Luis Buñuel «Hay que haber empezado a perder la memoria, aunque sea sólo a retazos, para darse cuenta de que esta memoria es lo que constituye toda nuestra vida. Una vida sin memoria no sería vida-¦ Nuestra memoria es nuestra coherencia, nuestra razón, nuestra acción, nuestro sentimiento. Sin memoria, no somos nada-¦». Como médico, neurólogo que soy, lo compruebo día a día.

La Prensa y la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH) nos permiten a todos recuperar retazos de nuestra memoria, de nuestra historia,-¦ ser Antígona y rendir nuestro particular honor fúnebre, nuestro rito funerario, igual o diferente al rito de otros, a los nuestros. «Hay que sembrar la convivencia... hay que dejar la sensación de dominio aceptando, sin escrúpulos ni vacilación, a todos los que no piensen como nosotros». Los honores fúnebres eran muy importantes para los griegos, pues el alma de un cuerpo que no era enterrado y ritualizado estaba condenada a vagar por la tierra eternamente. Por tal razón, Antígona decide enterrar a su hermano y realizar sobre su cuerpo los correspondientes ritos, rebelándose así contra el Tirano, su tío y suegro (pues estaba comprometida con Hemón hijo de aquel, que se suicida como Antígona y deja a la dictadura sin descendencia). María de los Desamparados podrá ahora descansar en los Campos Elíseos del Hades, tiene el honor de haber resucitado en el mundo de los muertos para forma parte de la memoria histórica de la humanidad.

A los que en pleno siglo XXI se niegan y luchan contra las exhumaciones, las identificaciones del ADN de los miles y miles de humanos amontonados en las cunetas, descampados, cuevas o fosas de España, recordarles que todos somos iguales y diferentes. Que como dijo Unamuno «convencer hay que persuadir, y para persuadir necesitaréis algo que os falta: razón y derecho en la lucha. Me parece inútil el pediros que penséis en España». Porque en mi opinión España, y sus gentes, es diversa, grande y libre. El alcalde de Burón, del Partido Popular, estuvo en todo momento presente, atento, dispuesto a recuperar la memoria; ha corrido con todos los gastos derivados de la recuperación de los maestros y colocará una placa en recuerdo y homenaje en la Escuela de Burón, hoy sede de la alcaldía, gracias. Gracias a la Prensa, a Garzón, a la ARMH, a los voluntarios, a todos aquellos que nos ayudan a recuperar la Memoria y que creen en la Diversidad como un valor humano. Es necesario asumir los errores, enmendarlos, enseñarlos para aprender de aquellos y para hacer un futuro de nuestras descendencias libre de tropelías.

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