Diario de León

Los líos del PP en Madrid y Valencia

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La veleta | josé cavero

A este PP parece que le persiguen las desgracias y los enfrentamientos internos. Desde luego, el caso Gurtel es una penitencia de muy larga duración y de efectos no previsibles. Es una carcoma que avanza en algunas administraciones autonómicas, y que amenaza con proseguir su desastroso desgaste hasta que no se terminen de depurar los últimos efectos del mal. Lo seguimos viendo en las comunidades que presiden Esperanza Aguirre y Francisco Camps, presidentes disminuidos y de imagen decreciente por la pésima administración que en ambos casos han efectuado sobre esa trama de comisionistas que se valió del PP para enfangar sus correspondientes feudos y la política toda. Aunque Aguirre y Camps hayan pretendido aparentar que los casos son diferentes, y su tratamiento y su efecto, lo cierto es que ambos llevan en su interior esa huella que terminará acabando con ellos y contados cuantos hayan rozado esa viscosa materia de las comisiones, los contratos falseados, divididos en dos o en tres tramos para no tener que verse sometidos a la pública subasta, las dádivas y los beneficios «indirectos».

Aguirre está forzando las cosas contra Gallardón, contra Rajoy, contra el PSOE madrileños y contra las centrales sindicales representadas en Caja Madrid, con tal de situar a González... El PSOE madrileño ha sido particularmente agresivo en su rechazo: «No debemos aceptar a gente de dudosa honorabilidad como González», ha dicho, al arrojar su bola negra contra el candidato de «la lideresa». De parecida manera, Francisco Camps, ya fuera de toda lógica y coherencia, disparata al tratar de responsabilizar a la Moncloa de «relaciones de favor a las empresas beneficiadas por Gurtel», como si el ataque al exterior le garantizara el apoyo de los propios. Pero no ha sido así, y los barones del PP valenciano, los tres presidentes provinciales del partido, están forzando la situación para que Camps introduzca cambios en su Gobierno, nombre un portavoz parlamentario definitivo, no un suplente provisional de Ricardo Costa, y convoque un comité ejecutivo regional que, asimismo, elija un nuevo y definitivo secretario general, y no prolongue por más tiempo a su «apadrinado» Costa, que parece haberse convertido en un «chivo expiatorio» o cabeza de turco que sabía demasiado de los manejos inconfesables del PP valenciano. Muchos ya apuestan por un final predecible para el propio Camps, incapaz para librarse de las ataduras del caso, por más que en una primera contemplación, muy criticada, su amigo el juez De la Rúa, lo declarara inocente de sus trajes como modo de pagar otra clase de favores mucho más costosos y comprometedores.

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