El plan nuestro de cada día
El rincón | manuel alcántara
El toro de la pobreza se ha entablerado y el E jecutivo pretende descabellarlo antes de entrar a matar. Quizá aprobar otro Plan -™ en vista del fracaso del anterior sea descabellado, pero ensancha los territorios de la celeste esperanza. En ningún tiempo se ha podido vivir sin esperar que vengan mejores tiempos. ¿Servirán estos 5.000 nuevos millones para contener el paro o correrán la misma mala suerte de los 8.000 anteriores? El Instituto Nacional de Estadística asegura, después de haberlos contado, que el 20 por ciento de los españoles está bajo el umbral de la pobreza, descontando a los que viven a la intemperie. Si hace el mismo balance el Diablo Cojuelo se suicida.
Se dice que este plan supone un balón de oxígeno para los Ayuntamientos, que se han quedado sin modelo financiero, pero nos tememos que el balón esté pinchado. Ninguna corporación municipal va que chuta. Lo que está claro no son los balances, sino la catadura moral de muchos ediles. El nivel de contaminación se ha disparado y la solución no es cerrar las calles más céntricas al tráfico, sino cerrar las ventanas. El dióxido de nitrógeno procede de los despachos y para reducir sus emisiones sería necesario reducir el número de concejales de urbanismo.
La verdad es que van a tener menos trabajo en el futuro: los cajones están vacíos y ya no puede transformarse cada ladrillo en una hucha. Para mayor desgracia, hemos perdido casi cinco millones de turistas en lo que va de año. Mal momento para exhibir nuestras cuestionables virtudes hospitalarias. El lema de los trabajadores autónomos que podía leerse en sus pancartas puede ser adoptado por mucha más gente: «Tenemos una corazonada: todos al paro». O se rompe el maleficio o se rompe el corazón.