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León

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Crónicas bercianas | r. arias

H ace ya demasiado tiempo que la perduración del gobierno del PP en Ponferrada no depende de la acción de la oposición. Cada día que pasa, más, López Riesco se presenta co mo el peor y casi único enemigo de su propia continuidad. En esa línea, al regidor popular debería ir inquietándole particularmente dar cumplimiento a todas la palabras maravillosas que ha ido sembrando durante estos primeros años de su vigente mandato.

Tal vez el grupo municipal del PSOE no esté legitimado ni para echarle en cara que no se haga realidad el parque de la Juventud diseñado sobre la antigua montaña de carbón, ni la relegación de la transformación del Pajariel en un parque forestal de recreo o del Morredero en estación de montaña. A todo ello se han opuesto los socialistas con unos matices que no ocultan las anteojeras radicales con las que ejercen su labor de control y desarrollo de la ciudad.

Pero lo que no debería perder de vista Carlos López Riesco es que la mayoría de la ciudadanía, la que da la espalda a ese PSOE en los comicios locales y lo abraza mayoritariamente en las generales, sí está en disposición de echarle en cara la ejecución en un alto grado de los proyectos que ha ido esbozando y que, lamentablemente, rácanos presupuestos de crisis como los de la Junta de Castilla y León y como los que se presupone que elaborará el propio ayuntamiento ponferradino llevan a pensar que pueden quedarse más en palabrería hueca que en contundente realidad.

En plena deflación, la palabrería de los políticos, empezando por los más cercanos, resulta inflacionista. Pero es una cuestión epidémica. Sólo hay que ver cómo de uno y otro lado se esfuerzan por hacer ver números imaginarios en las partidas que deberían acompañar a intervenciones capitales para el porvenir del Bierzo.

En contra de la concepción literaria que desde Guerra Garrido a Vázquez Montalbán, pasando por Pereira, se ha transmitido sobre la evanescencia mágica de esta comarca, la realidad es muchísimo más prosaica. Hasta que la autovía A-6 no estuvo culminada -”no hace tanto-” claro que el Bierzo desaparecía del mapa. Pero era porque los conductores creían haber penetrado de repente en el infierno y sus acompañantes preferían dormirse acunados por las curvas mareantes o por el sopor de la lectura de un rótulo de «Pescados Eduvixes» en el culo de un trailer ineladantable.

Los grandes ejes de comunicación vertebran territorios, y por muchos millones que aparezcan para la Ciudad de la Energía que hasta el PP los ve, la inexistencia de fondos para el AVE o la autovía a Orense amenaza con mantener años tullida a esta comarca.

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