Casi todos nosotros

El rincón | manuel alcántara

El 92,6 de los españoles rechaza la subida de impuestos del Gobierno, pero ya se sabe que en nuestra democracia pinta poco la opinión de la inmensa mayoría. Da igual que vivan en Babia o que vivan a la intemperie. Algunos están convencidos de que para salir de la ratonera de la crisis habría que ser más listos que los ratones colorados y otros creen que bastaría con ser menos torpes que nuestros gobernantes, pero debemos optar por un prudente término medio: suprimir ocho de cada diez inútiles, por ejemplo, aliviaría considerablemente la situación. Tampoco estaría mal pedirle la receta al Ejecutivo de Merkel, que ha rebajado en 24.000 millones de euros la presión fiscal, para que no estalle la olla.

Lo difícil es saber cómo se puede recaudar más exprimiendo menos a los de siempre. Quizá haya que ser alemanes y eso es una ventaja. Alemania y la señora Merkel son así: obedientes incluso para lo que les gusta. Por el contrario, nuestra acreditada rebeldía nos hace reprobar sistemáticamente los abusos y el alza de los impuestos es unánimemente rechazada. La gente piensa que hay que tener muy poca vergüenza para proponernos una cosa así, pero eso sólo lo hacen las personas que creen que aún nos queda alguna. Reducir el gasto público, eliminar ministerios baldíos y derrochar menos en pamplinas son remedios que se descartan en esta España galdosiana donde cada uno coloca a los suyos. La verdad es que tienen un equiparable número de majaderos por ambos bandos. Es irremediable que casi todos nosotros tengamos que acomodarnos a vivir con menos.

Así como suena, ya que lo que no suenan son los euros en el bolsillo. Para algunos será un retorno a épocas distantes, pero no para algunos dirigentes. Para ellos será una novedad.