La propuesta de Monteserín
Con viento fresco JOSÉ A. BALBOA DE PAZ
No son sólo el 60 por ciento de los hogares españoles los que están ahogados por la crisis económica, también le ocurre eso mismo a la mayoría de los municipios españoles, cuyas arcas están vacías, y no se llenarán por más Planes E que s e anuncien. Los fondos europeos y las licencias de construcción fueron el trampantojo tras el que se ocultaron las vergüenzas de muchos de ellos: unos ingresos reales muy por debajo de los gastos ordinarios, dado el incremento en los servicios que hoy prestan muchos de los municipios, que eso también hay que decirlo. La solución a ese creciente déficit no fue la reforma del sistema de financiación municipal, como exigía la Federación Española de Municipios, sino el endeudamiento sistemático con las entidades financieras, especialmente con las Cajas de Ahorros, cuyas dificultades sin duda están estrechamente relacionadas con esa financiación un tanto alocada.
Con la crisis, muchos ayuntamientos se han quedado con el culo al aire. Hace unos días, cien municipios gallegos, de los 206 de esa comunidad que presentaron las liquidaciones del año 2008, reconocían haber gastado por encima de sus posibilidades, encontrándose con deudas millonarias. En León ocurre otro tanto, con muchos municipios en esa situación. Villablino, por poner un ejemplo de estos días, acumula una deuda de 16,5 millones de euros, que el Tribunal de Cuentas exige sanear. La única solución que se les ocurre a los ayuntamientos es anunciar nuevas subidas de tasas e impuestos, como la anunciada esta semana por el de Bembibre. Algunos, como el de Ponferrada, habla de congelar los sueldos de los concejales, cosa que no está mal como ejemplo, pero no será suficiente. La Diputación de León , con buen criterio, exige que una parte del nuevo Plan E se aplique para paliar el déficit y pagar a tantos acreedores como hacen cola a las puertas de los consistorios reclamando lo suyo.
A las deudas municipales, en ciertas comunidades, como la de Castilla y León, hay que añadir pérdidas demográficas constantes. Tampoco la inyección de la inmigración ha sido suficiente para cortar esa hemorragia, que parece preocupar poco a los políticos. La provincia de León, sin ir más lejos, viene perdiendo sistemáticamente población desde comienzos de siglo, casi unas siete mil personas en estos últimos nueve años, lo que afecta principalmente a zonas mineras y áreas de montaña. Un buen ejemplo de esto es lo que ocurre con todo el Bierzo Oeste, en los municipios limítrofes con Galicia: Balboa, Barjas, Corullón, Trabadelo y Vega de Valcarce. Hacia mediados del siglo XX los cinco contaban con una población de 13.000 habitantes y hoy no llegan a 3.500, lo que supone nuevos y graves problemas para sus habitantes y ayuntamientos. Mantener estas estructuras municipales es crear desigualdades entre unos ciudadanos y otros.
Al margen de motivaciones personales, poco relevantes, son estos datos los que probablemente han llevado a Juan Manuel Monteserín, alcalde de Balboa, a realizar la propuesta de agrupamiento de los cinco municipios que hoy forman la Mancomunidad Bierzo Oeste. La propuesta ha sido rechazada y Monteserín tratado con burla; pero es sabido que sus alcaldes prefieren ser cabezas de ratón, pues no miran más que al interés propio y no al bien común. El alcalde de Balboa ha puesto el dedo en la llaga de un problema que, tarde o temprano, habrá que coger por los cuernos. No tiene sentido la existencia de tantos municipios despoblados, sin recursos suficientes para satisfacer las necesidades y los servicios de sus vecinos. No sé si la alteración municipal debe producirse por acuerdos entre municipios, que luego aprueban las Cortes autonómicas, o que sean éstas mediante una ley las que ordenen definitivamente el territorio, de acuerdo con las nuevas realidades demográficas y económicas de la comunidad; lo que no tengo duda es de que eso ha de hacerse, y cuanto antes mejor. Por eso yo, al margen del personaje, no me río de la propuesta de Monteserín, que me parece llena de sentido común.