Cajas en fusión

La autorización por el Banco de España a la fusión de Cajastur y Caja Castilla-La Mancha, que convertiría la nueva entidad en la séptima por depósitos y sucursales, disipa las dudas sobre el futuro y la viabilidad de la entidad manchega, la primera en ser intervenida en plena crisis financiera. Pero la operación abre algunos interrogantes sobre la idoneidad de la confluencia entre dos entidades tan dispares en la magnitud de su balance. Si obtiene el beneplácito de las asambleas generales y se acredita la solidez económica del futuro proyecto y su racionalidad financiera, la fusión podría servir de referencia para otros procesos pendientes. Un reajuste que no sólo exige de solvencia y estabilidad, sino también de la renuncia a seguir supeditando el futuro de las cajas a condicionantes de índole política o partidaria.