Diario de León

La industria del fútbol... y de la demagogia

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La aspillera | vicente pueyo

Todo muy bien, estupendo, pero hay que ver qué cantidad de demagogia y y de oportunismo galácticos destila esa iniciativa legislativa mediante la que se pretende que los crack del fútbol tengan que pagar casi el doble de lo que pagan ahora de impuestos. El diccionario es un cruel bisturí: Demagogia : «Degeneración de la democracia, consistente en que los políticos, mediante concesiones y halagos a los sentimi entos elementales de lo s ciudadanos, tratan de conseguir o mantener el poder».

¿Por qué ha tardado tanto el Gobie rno (el acuerdo, impulsado por el BNG e IU-ICV, cuenta con el apoyo decisivo del PSOE) en meter mano a esta vergonzosa pelota caliente? ¿Por qué se suaviza la propuesta, desvirtuándola, al determinar que no tendrá carácter retroactivo con lo que los superhombres del césped con contrato en vigor podrán seguir manteniendo sus asombrosas ventajas fiscales durante cinco años? ¿Por qué sigue habiendo varas tan distintas de medir? Pues muy fácil. Porque, una vez que el concepto de izquierda ha quedado convertido en una antigualla de museo, lo que se expone en el escaparate es sólo una espedie de barniz ideológico de medias tintas con el que se pretende confundir al ciudadano. Pero cada día está resultando más difícil.

También se le ve el plumero a la Liga del Fútbol Profesional (LFP) al alertar de los daños irreparables que se avecinan con esta reforma fiscal. Incluso amenazan estos señores del sillónbol con suspender la competición. ¡Venga valientes, a la calle, no hay narices! A ver si es verdad y mucha gente adormilada con el opio futbolero descubre que hay otro mundo fuera de los estadios, fuera de los aburridos lugares comunes, fuera del «coge la bola, se estira por banda derecha, ensaya, dribla, amaga, la pega con pierna izquierda y ¡¡¡¡goooooooooooooooooooollllll!!!!». ¡Una huelga de fútbol! Sería tan apasionante como el apagón de Nueva York.

Pero, ¿cómo una ley que se concibió para atraer hacia nuestro país a directivos de grandes empresas multinacionales, investigadores, científicos... fue secuestrada por el fútbol hasta convertir a nuestro país en el fiscalmente más atractivo de todo el mundo para toda esta galaxia de «talentos»?. Tiene guasa que los jefes de la LFP y el propio Laporta, que se asoma sobre estas líneas amb el somriure profidén, se lamente de que van a dejar de venir a España los «talentos» del fútbol mundial. Bueno, ¿y qué? ¿No son otros talentos los que hacen falta a este país? Lo que sobran son estalentaos y buscavidas en el mundo del deporte y no digamos de la política, un territorio que, lamentablemente -y con las consabidas y heroicas excepciones- ha dejado ser el de los mejores para pasar a ser el de los mejor colocados en el terreno de juego. Ahí sí que se echan de menos figuras de primera fila.

Francisco Ayala devolvió, en los años 50, cincuenta dólares que le había adelantado el diario argentino La Nación, porque el periódico decidió no publicar un artículo suyo por ser demasiado comprometido. Estas cosas ya no se llevan, pero un país que no se sostiene en pilares como la honradez y la austeridad desemboca en esperpentos de nuevo rico. Y así nos va. El fútbol es así.

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