Huelga

Fronterizos | MIGUEL A. VARELA

Desolado, afligido y descorazonado me encuentro ante la afrenta fiscal que este pérfido gobierno pretende imponer a un sector clave del imaginario nacional como es el fútbol. Insólita es la pretensión de que los jugadores extranjeros de élite paguen el mismo tipo impositivo que el resto de los mortales, ignorando el esfuerzo de estas figuras en su contribución a mantener en el país la Liga de las Estrellas, envidia del planeta y bandera del desarrollo español. Nos encontramos, sin duda, ante la última locura de un gobierno dispuesto a destruir los cimientos patrios. ¿Qué será lo próximo? ¿Sacar del armario la economía sumergida, que con su innegable capacidad para dar trabajo maneja con opaca desenvoltura el veinte por ciento del PIB? ¿Castigar a las pujantes economías refugiadas en los paraísos fiscales? ¿Prohibir las farias en los toros y el carajillo en los bares frecuentados por honrados productores? ¿Cobrar el IVA a las prostitutas? Pero, ¿no habíamos quedado en que el fútbol es asunto de interés nacional, cuyos derechos televisivos son capaces de provocar las más terribles guerras mediáticas y cuya gestión goza del privilegio de una ley específica para facilitar el desenvolvimiento económico de los sufridos directivos, que se ven obligados a hacer negocios en los palcos mientras los gladiadores hacen bramar a la chusma? ¿Pero es que quiere el gobierno que esos astros de la posmodernidad que son los futbolistas tengan que ir a jugar a la liga nacional de Andorra o de las Antillas Neerlandesas, donde sus bien ganados emolumentos no tendrán que sufrir la merma de esa antigualla social que son los impuestos? De momento los clubes, cargados de razón, han amenazado con una huelga que dejaría al país convertido en un páramo sin fútbol. Desde mi modesto rincón, apoyo solidariamente la medida y rezo al Dios de los ateos para que esa huelga sea eterna.