Sorpresas nos da la vida

En Garfín de Rueda el día 25 de octubre, día del Señor, acudieron como siempre los vecinos a oír la misa del domingo. Antes de terminar la misa, el sacerdote dijo a sus feligreses que necesitaba ayuda para gestionar los asuntos de la parroquia; que necesitaba voluntarios para que le ayudasen, pero que esta ayuda no se politizara porque ya sabía lo que estaba ocurriendo en el pueblo con temas parecidos. Dijo al terminar la misa que hiciesen el favor de esperar a que se quitara las ropas de la misa para luego saber si había voluntarios. Al salir de la sacristía hizo la petición y pronto salieron once voluntarios que se alinearon al pie del presbiterio frente a los feligreses. Entonces ocurrió la sorpresa, se oyó una voz que salió del coro de abajo la cual pertenecía al marido de una voluntaria que dijo que estaba conforme con todos los voluntarios menos con una señora que estaba a la derecha. Entonces el sacerdote y otra persona le preguntaron que cuál era el motivo para rechazarla pero no hubo contestación. El sacerdote y los feligreses se quedaron muy sorprendidos porque no se esperaba una cosa así, pero comprendiendo que se estaba politizando un tema que sólo debería ser religioso. ¿Cómo un feligrés puede rechazar a una persona que solamente desea colaborar con la parroquia? El sacerdote preguntó si había más con la misma oposición hacia el mismo voluntario y contestó otra persona, cuñada del anterior, que ella también la rechazaba pero tampoco dio el motivo. El sacerdote dijo que solamente eran dos personas y siguió haciendo la lista de voluntarios colaboradores. Siento vergüenza al ver que han ocurrido estas cosas en la iglesia de Garfín, una parroquia que siempre ha dado muestras de ser buenos cristianos como lo demuestran las colectas para los necesitados y para la propagación de la fe. Así con estos antecedentes, pienso que el diablo este año tampoco cogió vacaciones y continuó trabajando en lo que es su especialidad: intentar hacer el mal. Y también me compadezco del sacerdote que estará sufriendo al ver que varios de sus feligreses introducen la política en lo estrictamente religioso, desoyendo el mandamiento que nos dio Jesús desde la cruz, el amaos los unos a los otros. Que Dios le dé paciencia para poder llevar esta cruz y nos le conserve muchos años, que sacerdotes como éste son los que se necesitan en estos tiempos. Marcelino Campos Lari,