Hasta luego, o hasta nunca
El rincón | manuel alcántara
Nos estamos quedando sin huéspedes obligatorios. Los inmigrantes están mal vistos y además hay mucha gen te que no los puede ni ver. Gran parte de la hospitalaria población española les considera, no sólo responsables del aumento de la delincuencia, sino una carga para los servicios sociales. A los sin papeles se les exige, con muy malas maneras, que vuelvan a sus países, sin tener en cuenta que más que países son territorios, y a los que tienen toda la documentación en regla se hace todo lo posible para que pierdan los papeles. No digo que el problema sea fácil de solucionar, lo que digo es que en las épocas de crisis la primera víctima es la piedad. La muestra va para largo. El señor Zapatero, con su envidiable optimismo patológico, asegura que ya hemos superado lo más arduo. Y el señor Botín, que como su nombre indica, es una de las personas más acostumbradas a tratar con el dinero, augura que el año 2010 va a ser ciertamente horroroso, aunque evite esta palabra. Un año de penuria tiene más de trescientos sesenta y cinco días, porque el tiempo no es sólo distancia, sino sentimiento. Aunque el tango diga eso de que «veinte años no es nada», un solo año puede ser mucho. Y más para los que vinieron a echarnos una mano, más bien las dos, cuando desdeñábamos los trabajos más ásperos y ellos se prestaban gustosamente a hacerlos.
Ahora vamos a decirle adiós a la mayoría. O hasta nunca, porque no está claro que les digamos hasta luego, ya que para ellos luego será tarde. La llamada economía sumergida, quizá se haya referido a los que se ahogaran al intentar llegar. Quizá no fuese excesivo poner un cartel en todas nuestras orillas que dijera eso de «gracias por su visita». Como si se tratara de turistas, más o menos adinerados.