El primer aviso

El rincón | manuel alcántara

La manifestación del sábado, convocada por los líderes de UGT y CC OO, ofrece las mismas peculiaridades de aquellas que se celebraban en otras épocas: los descontentos le ceden el protagonismo a los contables. ¿Cuántas personas asistieron? Según algunos fueron muchísimas y según otros bastantes menos. Los señores Méndez y Toxo, que por cierto formarían una estupenda pareja para un cómic, no han tenido más remedio que darle un aviso al Gobierno para que no busque atajos en la creación de empleo con una reforma que abarate el despido. Hasta que en el ruedo ibérico no se mate al toro de la crisis, que se ha refugiado en las tablas, seguirán sonando los clarines. Se oirían con mucha más fuerza si el Gobierno fuera de distinto signo, pero los sindicatos ejercen la admirable virtud de la paciencia. La patronal sueña con el despido libre y está dispuesta a regalar pañuelos que sirvan no sólo para decir adiós al trabajo, sino para secarse las lágrimas por haberlo perdido. Los sindicatos hablan de «sobreexplotación», pero todo está sucediendo en un tono menor y con buenos modales. No hay que quitarle su mérito al impávido presidente Zapatero, que no se sabe si perderá las elecciones, pero que no está dispuesto a perder los nervios. Acaba de decir que nuestro crecimiento económico es inminente y que habrá «empleo intenso» tras la modernización que promueve. Debemos creerlo todos, incluso el medio millón de andaluces que vive con 16 euros al día y los 7.000 que según las estadísticas duermen en la calle. Mientras, hay que distraernos con el patético caso de Aminatu Haidar, o con los agujeros que se hacen en Granada.