la opinión del lector (II)
Consumir con cabeza
Nos acercamos irremediablemente a un periodo en el que los consumidores, por regla general, nos relajamos y nuestros buenos hábitos de consumo se olvidan casi por completo. Aunque posiblemente este año pongamos un poco más de cuidado para evitarlo. Por ello, desde la Asociación para la Defensa del Consumidor y Usuario (Asodecu) recomendamos que si no se ha hecho todavía, se haga cuanto antes una planificación o previsión de todos los gastos que se tengan que realizar durante estas fiestas, siendo realistas, valorando la relación calidad/precio y sobre todo el aspecto práctico del producto o servicio que se vaya a adquirir, teniendo presente en todo momento ciertos detalles, tales como si reúne los requisitos de seguridad para la salud, si se ha fabricado o no en condiciones de dignidad para los trabajadores o en qué grado respeta el medio ambiente, aunque reconocemos que muchas veces conocer todas estas características se hacen muy difíciles de averiguar para el consumidor. En cualquier caso, no nos debemos dejar influir por la publicidad en los medios de comunicación, especialmente en la televisión, y debemos reparar en las cualidades reales del producto anunciado, y analizar de forma objetiva cuál es la parte de «fantasía» de dicho producto en el anuncio, pero teniendo claro que la publicidad vincula al anunciante y, por tanto, deben entregarle a la hora de la compra lo ofertado, pero sabiendo que la «letra pequeña» de los anuncios es tan importante o más a la hora de establecer las condiciones generales de venta de ese producto o servicio. Pero sobre todo, debemos intentar proteger nuestros bolsillos. Y más aún en los difíciles tiempo que corren. Para ello, intentaremos en la medida de lo posible adquirir los productos con antelación, puesto que los precios aumentan a medida que se acercan estas fechas, eligiendo menús cuya materia prima no sea especialmente cara (un plato no tiene por qué ser más rico por ser más caro), compararemos precios, analizando ofertas puntuales de determinados establecimientos o adquiriendo «marcas blancas» cuyo precio es bastante inferior al de las marcas conocidas, o compraremos productos congelados, que son más baratos y no tienen por qué ser de peor calidad. Y recuerde que las asociaciones de consumidores están para velar por sus intereses. No dude en acudir a ellas.