Los catalanes pasan de referéndum
La veleta | cayetano gonzález
He de reconocer que la escasísima participación -en torno al 27%- en los referendos ilegales convocados el domingo en 166 municipios catalanes para decidir sobre la i ndependencia de Cataluña, me reconcilia en parte con la sociedad catalana, porque ha vuelto a demostrar que es mucho más sensata que esa casta política que le gobierna y que vive a costa del erario público. De 700.000 personas con derecho a voto, solamente lo han ejercido 190.000. A pesar de este dato tan descorazonador para los organizadores, estos no han dudado en echarle un poco de «jeta» y hablan de «triunfo rotundo del soberanismo», participación «excepcional» e incluso de «heroicidad». Imagínense lo que hubiesen dicho y hecho si la participación llega al 50%. Los catalanes, como la mayoría de los españoles, no están en estos momentos para muchas bromas. Tener que aguantar en medio de una profunda crisis económica, con un número de parados que cabalga hacia los cinco millones, las mamarrachadas de los señoritos de ERC y CIU jugando a ver quién es más radical e independentista, es algo que pasa de castaño oscuro.
Esa obsesión del nacionalista, que cuando se levanta y se mira al espejo, lo primero que se plantea es esa tripe pregunta identitaria: ¿quién soy?, ¿de dónde vengo? y ¿qué quiero ser en el futuro?, no parece que sea compartida por el común de los mortales, cuyas preocupaciones principales tienen un componente mucho más pragmático e inmediato: ¿Llegaré, en términos económicos, a final de mes? ¿tendré para pagar la hipoteca o el colegio de mis hijos? Digno de especial mención es el «papelón» que ha jugado en los últimos meses el presidente del Barcelona, Joan Laporta, que con un comportamiento miserable, ha aprovechado la gran plataforma que supone la presidencia del club para hacer política, apostando claramente por la independencia de Cataluña. Laporta tiene todo el derecho, ¡faltaría más!, a tener y a defender las ideas políticas que le parezcan oportuno, pero para eso lo que debería de hacer es dejar la presidencia del Barca y presentarse a unas elecciones. A lo mejor se llevaría un susto de muerte, similar al que se llevaron el domingo los organizadores de los referendos. Cataluña está en estos momentos en el centro de la atención y del debate político La casta política catalana, con la inestimable ayuda de Zapatero, ha conseguido imprimir una inestabilidad institucional a esa Comunidad Autónoma de la que difícilmente se saldrá incluso con las elecciones que tendrán lugar en otoño del próximo año. Cataluña es en estos momentos un problema, no para España como pueden pensar los nacionalistas, sino, en primer lugar, para los propios catalanes.