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León

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El rincón | manuel alcántara

Nadie nos perdona nuestras deudas, así como nosotros no tenemos el menor propósito de perdonar a nuestros deudores. Nuestra hermosa religión mayoritaria resulta en exceso comercial y hay terrenos que se pueden pisar, bajo multa. Algunos de los que empezaron llamándose Montes de Piedad, con el tiempo olvidaron la piedad y se tiraron al monte. Eso de que cada vez que se acomete un reajuste lo que sobren sean trabajadores, da bastante que pensar. Sobre todo a los que únicamente piensan en el dinero. La verdad es que no conocemos a nadie al que le gustaría sobrevivirle a su cuenta corriente, ni siquiera en el caso en que más que corriente sea vulgarísima.

La deuda de las comunidades no sólo sigue batiendo todas sus plusmarcas, sino algunas ajenas. Ha subido un 33% durante este año que está muriendo en nuestros brazos, pero eso no es lo peor, sino que se está preparando para coger carrerilla el año que viene, cuando la Virgen se acabe de peinar entre cortina y cortina y la gente empiece a correr, en vez de fiarse de ella. Es algo triste conocer que el endeudamiento de las autonomías está creciendo a mayor ritmo que el del Gobierno, pero sería aún más triste creerse los discursos de los políticos. Incluso de los que se disponen a rebajarse el sueldo para dar ejemplo, en vez de dar algo. ¿Es que no tienen ustedes nada mejor que ofrecernos? El sector más desacreditado de la vida española, según las encuestas, es también el que tiene mayor capacidad para resistir. Le basta con no pagar sus cuentas atrasadas y para eso esgrime un argumento irrebatible: no tiene dinero. Pronto veremos al señor del frac detrás de cada uno, a discreta distancia. No sea que le vayan a quitar la cartera.